Sanidad

eHealth: ¿problema o solución?

  • Artículo de Joan Torrent-Sellens, profesor de Economía e investigador del eHealth Center de la UOC.
Joan Torrent-Sellens.


Creo que no descubro nada a los lectores de El Economista si afirmo que los sistemas públicos de salud están en tensión en todo el mundo. El acelerado incremento de la población mundial, el envejecimiento y la movilidad de esta población, las restricciones presupuestarias y el aumento de las nuevas dimensiones de la salud, que cada vez es menos ausencia de enfermedad y es más estilo saludable de vida, son algunas de las tendencias de fondo que presionan a los sistemas de salud. En este contexto de incertidumbre, muchos expertos ven a la tecnología como una solución para solventar los problemas de coste-efectividad de un sistema que tiende hacia el colapso.

Entonces, podemos preguntarnos si el eHealth, entendido como las prácticas de prestación de servicios de salud y calidad de vida realizadas a través de todo tipo de usos y aplicaciones con base digital, puede convertirse en una solución para los sistemas públicos de salud. La respuesta a esta pregunta tiene varias dimensiones. Hoy nos centraremos en la perspectiva del usuario/paciente de los sistemas de eHealth. Para ello, utilizaremos algunos de los resultados obtenidos en la investigación que estamos realizando en el eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud.

Primero. Una actividad económica especial. Los servicios de salud pueden ser interpretados utilizando todo el aparato formal de la economía, de manera que podemos plantearnos cuestiones como su coste, eficiencia o efectividad, así como su consumo o problemas de desigualdad. Pero, la salud es un bien económico especial. Se trata de un bien público (no rival), de experiencia (la utilidad para el consumidor únicamente se determina durante su consumo), con rendimientos crecientes, importantes externalidades (la salud de una persona nos afecta a todos) y un valor intrínseco, de uso, muy importante. La salud es un bien intangible. No pesa, ni tiene volumen, ni se puede medir en términos tradicionales. La salud es también un bien multidimensional. En la explicación de su consumo influyen gran cantidad de dimensiones. La salud digital es todo esto más la dosis adicional de intangibles y multidimensionalidad que confiere el uso de la tecnología digital. Por consiguiente, intentar hacer políticas de eHealth que no tengan en cuenta su naturaleza económica particular o sus fuentes multidimensionales es peligroso, por no decir contraproducente. Un ejemplo, que ya es un clásico. Muchas políticas públicas de eHealth se han diseñado considerando sólo alguna de sus dimensiones, lo que ha limitado mucho sus resultados. Pero, la transdisciplinariedad es clave. Profesionales de la salud, tecnólogos, economistas, psicólogos, sociólogos, y politólogos entre otros, deben participar en el diseño de estas políticas.

Segundo. El acceso a la salud es claramente desigual. La investigación sobre las desigualdades sociales en salud, el llamado gradiente social de la salud, nos señala que, a pesar de la persistencia de sistemas sanitarios más o menos gratuitos y más o menos universales, existen amplias desigualdades socio-económicas en salud. Las desigualdades en salud se caracterizan por dos elementos principales. En primer lugar, por la constatación de que los grupos socialmente desfavorecidos experimentan peor salud o mayores riesgos en salud que los grupos con más ventajas. Y, en segundo lugar, la constatación de que las desigualdades en salud pueden modificarse a través de la política pública. Sin duda, el eHealth puede ser un gran instrumento para solventar desigualdades en salud. Ahora bien, hay que trabajar primero las competencias digitales de los menos favorecidos. Implantar políticas de eHealth en ciudadanos no empoderados digitalmente sirve de poca cosa. Antes del pescado, la caña.

Tercero. Los factores explicativos del eHealth son específicos. A pesar de la utilización masiva de Internet y las redes sociales, los factores explicativos del eHealth tienen mucho más que ver con la utilidad práctica o la solución de problemas específicos. Una investigación que llevamos a cabo para una amplia muestra de usuarios de eHealth en Europa nos certificó que las personas con enfermedades crónicas o con problemas de salud a largo plazo, o también sus cuidadores, son mucho más propensas al uso intensivo del eHealth. Del mismo modo, las mujeres del tramo central de edades, las familias con más miembros en el hogar, o las familias residentes en áreas metropolitanas también son más propensas al uso intensivo del eHealth. La conclusión de la investigación en términos de políticas de eHealth es clara. Las políticas generalistas funcionan bien para impulsar los usos informativos o de comunicación general. Ahora bien, las políticas de eHealth también deben integrar programas específicos que ayuden a problemas específicos.

Y, cuarto. Más eHealth, mayor empoderamiento de la ciudadanía. Una de las principales consecuencias de la digitalización de la salud es el progresivo empoderamiento de los pacientes y la ciudadanía en general. A través de su creciente interacción con los medios de comunicación y las redes sociales, las personas aprenden muchísimo sobre sus enfermedades o problemas de salud y/o bienestar. A veces utilizan información fidedigna y a veces no, pero el empoderamiento existe. Este nuevo tipo de paciente acaba por transformar la relación tradicional entre los profesionales de la salud (activo) y el paciente (pasivo). De hecho, implica una notable transformación de las habilidades, competencias y tareas para los profesionales de la salud, lo que nos lleva al aspecto organizativo.