Opinión

Cómo las incidencias en los trenes, estaciones y aeropuertos se pueden convertir en una emergencia de protección civil

Ep.

Una vez más llega la temporada estival y vemos de nuevo a numerosos viajeros atrapados en trenes, estaciones o aeropuertos debido a alguna incidencia que perturba el normal funcionamiento de los medios de transporte, servicio esencial para el bienestar social y económico de los ciudadanos.

Precisamente elEconomista.es ya publicó, el pasado mes de julio, un excelente artículo titulado "El caos de los rescates deja en evidencia la gestión de las incidencias ferroviarias" que me sirve como introducción para explicar como las incidencias en los trenes, estaciones y aeropuertos se pueden convertir en una posible emergencia de protección civil.

Y es que estas aglomeraciones de viajeros, que quedan "varados" que, según definición de la RAE, es quedar detenido o inmovilizado en un lugar por circunstancia imprevista) por una incidencia pueden, por la principal característica del transporte que es el mover grandes cantidades de personas, convertirse en lo que se denomina una "Emergencia de Protección Civil".

¿Y por qué afirmo esto? Pues porque según el artículo 2 de la ley 17/2015, de 9 de julio, del Sistema Nacional de Protección Civil una Emergencia de Protección Civil es una "situación de riesgo colectivo sobrevenida por un evento que pone en peligro inminente a personas o bienes y exige una gestión rápida por parte de los poderes públicos para atenderlas y mitigar los daños y tratar de evitar que se convierta en una catástrofe".

Analizando el artículo de la ley vemos que una situación de este tipo en los medios de transporte siempre será un riesgo (definido este como "la posibilidad de que una amenaza llegue a afectar a colectivos de personas") de tipo colectivo, igualmente será sobrevenida (pues claramente no es esperada en la planificación de los transportes), por un evento (en los últimos casos averías o robos de cable en la línea) y que pone en peligro (que es "el potencial de ocasionar daño en determinadas situaciones") sobre todo a personas, es decir los viajeros.

Tras detallar el supuesto de partida de la Emergencia de Protección Civil igualmente es interesante, a efectos del presente artículo, que se ha de hacer cuando esta se produce: "se exige una gestión rápida por parte de los poderes públicos para atenderlas y mitigar los daños y tratar de evitar que se convierta en una catástrofe".

Es decir, que hay que actuar con rapidez para que no empeore y que no vaya a mayores, que sería la catástrofe definida esta como "una situación o acontecimiento que altera o interrumpe sustancialmente el funcionamiento de una comunidad o sociedad por ocasionar gran cantidad de víctimas, daños e impactos materiales, cuya atención supera los medios disponibles de la propia comunidad".

Y es que ya hemos visto todos, en los medios de comunicación, esas aglomeraciones de viajeros en espacios reducidos, con casos de mareos por el agobio, estrés y excesivo calor. No hay que olvidar las condiciones ambientales en las que se están dando estas incidencias: mucha gente en desplazamientos de vacaciones, que además son estivales (temperatura elevada) generalmente familias (colectivos vulnerables pues hay menores y personas mayores) con equipaje, con horarios que cumplir (inicio de las vacaciones en determinada fecha y hora, conexiones aéreas, etc.).

Y las estaciones de ferrocarril -por razones históricas- suelen ser céntricas, por lo que las aglomeraciones puedan llegar a la vía pública o complicar las operaciones de otros medios de transporte.

El caso de los trenes

Mención aparte es la de los trenes paralizados por una incidencia en medio de una línea, lejos de una población, lo que complica aún más prestar ayuda a los viajeros. Además, al ser los trenes más accesibles, cómodos y amplios que los aviones esto lo que les hace susceptibles de transportar colectivos vulnerables, menores, gente con dificultades en cuanto a su movilidad personal, etc. Y si no hay un andén la distancia hasta el suelo, si hay que bajar del tren o realizar una evacuación sanitaria, puede ser una complicación añadida para esos colectivos.

Es entonces cuando intervienen para asistir a viajeros el personal técnico y el de Emergencias, y en particular quiero felicitar a mis compañeros de las agrupaciones de voluntarios de Protección Civil que, como siempre, dejan en ese momento lo que están haciendo para sin dudarlo un instante ir a prestar ayuda.

Nunca será suficiente el agradecimiento para esos hombres y mujeres que, de manera altruista y gratuita, sacrifican su tiempo familiar o de descanso para ante ponerse el uniforme azul y naranja y prestar un servicio a la población civil. Y al día siguiente una vez gestionada la emergencia, pero sin haber dormido o descansado, además se van a trabajar.

¿Y qué hacen mis compañeros de Protección Civil en estas situaciones? pues les proporcionan agua y avituallamiento, pues los medios de transporte no llevan una reserva para incidencias aunque, dada la frecuencia con las que se están dando estas, es un tema que se está empezando a mencionar; y es una muy mala señal.

¿Y cuantos viajeros pueden estar afectados? Pues fácilmente varios centenares pues los trenes tienen una gran capacidad (de media probablemente más que los aviones) y además con colectivos especialmente vulnerables ante las altas temperaturas. Y es que los trenes dependen de un suministro eléctrico constante para mantener en marcha esenciales sistemas de a bordo como la iluminación y sobre todo el aire acondicionado.

Todo lo anterior resume porque se han de gestionar las incidencias de manera rápida por parte de los poderes públicos, dado que se puede convertir en una catástrofe. Hasta ahora, afortunadamente, no habido grandes males pero la sensación de imprevisión en los transportes cada verano empieza a ser familiar.

En el voluntariado de Protección Civil nos enseñan la importancia de la prevención y del trabajo antes de la emergencia sin embargo, la impresión personal que tengo al ver las noticias en los medios de comunicación, es precisamente una falta de previsión; parece que no hay suficiente personal de ADIF, técnico y de información, así como de seguridad en las estaciones (y su equivalente en los aeropuertos) para gestionar los grandes flujos de viajeros de las vacaciones de verano.

Otra lección que aprendemos en Protección Civil es la importancia de la logística: aspectos como tener los aseos operativos, la limpieza general del área, el acceso a agua potable, el aire acondicionado y las máquinas de billetes e información en funcionamiento, los accesos despejados, etc. son igualmente esenciales.

Tan importante es tener suficientes agentes del Cuerpos Nacional de Policía para verificar los documentos y de la Guardia Civil para el control de equipajes como tener suficiente personal técnico, de información y de limpieza.

Y no sólo hay que prever más personal en esta época, sino también la posibilidad de reforzarlo con rapidez, pues una incidencia cuando se ha de gestionar a tanta gente no tiene las mismas consecuencias que en otra época del año, pues aumenta exponencialmente el número de afectados.

En cuanto al ferrocarril el mantenimiento es como hemos visto esencial pues, a diferencia del sector aeronáutico, además de las estaciones también tiene las vías férreas con su correspondiente sistema de señalización, tráfico y comunicaciones; ahora bien, ya que precisamente gracias a esas vías se pueden usar locomotoras con motores convencionales para prestar asistencia, igualmente estas han de estar listas, con su personal preparado y posicionadas para un rápido despliegue.

Además, las diferentes administraciones, organismos y operadores públicos y privados han de coordinarse pues cuando una incidencia afecta a los transportes hablamos del Estado, la Comunidad Autónoma, el Municipio, ADIF /AENA, Renfe y los operadores de transporte, las FCSE y las policías locales. Así como los medios de asistencia sanitaria y las agrupaciones de voluntarios de Protección Civil que dependen de los ayuntamientos. Si el que dirige el ministerio del ramo está ocupado en intentar desviar el origen de las incidencias, en realizar criticas o sencillamente ausente, parece difícil que pueda proceder a crear el ambiente necesario para esta coordinación.

Igualmente, los mensajes por las redes sociales ayudan, pero sólo si es para proporcionar información relevante sobre la incidencia; si se usan para otro fin no contribuyen a solucionar la incidencia y es probable que sólo añadan confusión.

Sería más interesante usar estas redes sociales para evitar aglomeraciones en las estaciones/aeropuertos de viajeros que no van a poder embarcar en su medio de transporte hasta que se solucione la incidencia.

En España invertimos mucho en la reacción y no lo suficiente en la prevención y además la cultura de autoprotección es generalmente baja, y aún más para el personal de las empresas operadoras cuya profesión no está dentro de las emergencias. Sin duda son excelentes operadores pero, al faltar este elemento tiene consecuencias cuando se produce una incidencia; crear una cultura de autoprotección corporativa para afrontar las incidencias en los medios de transporte es por lo tanto de la mayor importancia.

Concluyo con la idea que el éxito de los medios de transporte, en particular el ferroviario del cual España es un líder mundial, no sólo depende de que técnicamente todo funcione correctamente, con un buen equipamiento, infraestructura y personal formado; también depende en gran medida de como se gestionen las incidencias en todos sus aspectos, desde la información cuando esta ocurre hasta la gestión al atenderla, mitigar los daños y por supuesto tratar de evitar que se convierta en una catástrofe.

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