
Como es habitual, tras el último Consejo de Ministros del año, el presidente Mariano Rajoy compareció para hacer balance. El jefe del Ejecutivo imprimió un tono optimista en su discurso, una actitud que no puede extrañar tras haber revalidado su mandato en un periodo inusual, que necesitó de dos elecciones para superar la interinidad. Rajoy también pudo reafirmarse sobre los vigorosos datos económicos con los que 2016 termina. Como este diario adelantó a lo largo de la semana, la creación de empleo y la reducción del paro llegará a niveles récord.
En paralelo, el PIB se halla a las puertas de recuperar el volumen previo a la crisis, un hito que se producirá antes de julio, según el presidente. Lo hace, además, en unas condiciones dispares a las que presentaba antes de 2008, ya que, como Rajoy destacó, España es ahora "una potencia exportadora".
Estos éxitos, sin embargo, no deberían impedir reconocer las asignaturas pendientes que nuestra economía afronta en 2017. La más inmediata es la aprobación de los Presupuestos y el presidente asegura que no hay "discrepancias insalvables" con la oposición. No obstante, la exigua mayoría del PP sólo permite prever una negociación ardua, que puede abocar a hacer concesiones excesivas en un año en el que la rebaja del déficit exige aún recortes de 5.000 millones.
Ante la expectativa de esos apuros, el Ejecutivo ha optado por subir los ingresos con una fuerte alza impositiva para las empresas, que puede lastrar su capacidad de crear empleo. Si a ello se suman las reformas aún por realizar, algunas mencionadas por el presidente (como la financiación autonómica o las pensiones), debe concluirse que 2017 aún presenta importantes desafíos.