DIE ZEIT (ALEMANIA)
Alguien nos cita de memoria la lista de necesidades del Ministerio de Defensa griego: cerca de 60 aviones de combate Eurofighter, por unos 3.900 millones; fragatas galas, por más de 4.000 millones; patrulleras, por 400 millones; y la modernización necesaria de la flota helena existente conllevaría un coste similar. A ello hay que añadir la munición de los tanques pesados Leopard y, además, hay que reemplazar dos helicópteros Apache de factura norteamericana. Ah, y también convendría comprar submarinos alemanes, por un total de 2.000 millones. Esto que nos filtra nuestro hombre en un café de Atenas suena a locura, pero tiene contactos en Defensa. ¿Se dispone un Estado al borde de la quiebra que únicamente se mantiene porque lo financia la UE a comprar esa cantidad masiva de armamento? En primavera sabremos si Grecia se mantiene en el euro o si regresa al dracma. El mismo día en que se nos desvelan estos secretos, los médicos atenienses únicamente atienden urgencias, los conductores de autobús están en huelga, en las escuelas faltan libros, y miles de funcionarios se manifiestan contra su despido programado. En 2010, el Presupuesto griego de armamento representa alrededor de 7.000 millones, un 3 por ciento del PIB, cifra que en el seno de la OTAN únicamente supera Estados Unidos. Entre los socios de Grecia en la UE, son pocos los que se posicionan abiertamente a favor de una congelación total de los proyectos militares de Atenas. No en vano, el principal beneficiario de la política helena de armamento es precisamente el gran banquero de la UE, Alemania. Grecia es, tras Portugal, el mayor comprador de equipamiento alemán.