Opinión
Un paso en la buena dirección
La reforma laboral pretende generalizar el despido a 20 días por la puerta de atrás. El juez tendrá la última palabra.
El pasado 26 de diciembre la imagen de Merkel mostrando a Rajoy el camino hacia el atril en el que iban a exponer a los medios el resultado de la reunión que acababan de celebrar dio la vuelta al mundo. La foto sorprendió porque hasta ese momento se desconocía la buena sintonía entre ambos líderes conservadores europeos. El motivo del contento de Merkel es que Rajoy le prometió que iba a actuar sin contemplaciones en la reforma del mercado de trabajo, para atajar la grave tasa de desempleo española, más del triple de la germana y la más elevada de Europa.
Rajoy es consciente cuando accedió a la presidencia de que tenía que arreglar muchas cosas, pero por lo que le van a juzgar en Europa y también en los mercados es por la reforma del mercado de trabajo. Por eso, hace ya semanas que dio libertad a sus colaboradores, encabezados naturalmente por la titular de Trabajo, Fátima Báñez, para que actuara sin piedad, sobre todo para resolver la sangría del empleo juvenil.
Fátima Báñez elaboró las medidas que consideró más oportunas y en las que confía que son las acertadas para atajar el enorme desempleo, sin tener en cuenta "la proximidad de las elecciones andaluzas", según ella.
Como Rajoy tiene asumido que si el precio a pagar podría ser una huelga general. Además, lo hizo sin interferencia de los agentes sociales, a los que consultó sólo de manera discreta. Un altísimo dirigente de la CEOE confesaba a elEconomista la víspera del consejo de ministros: "Nosotros hemos aportado nuestras ideas, pero no sabemos con seguridad por donde va a salir". Sólo Convergencia i Unió (CiU), que ayer dio su apoyo al texto, tuvo acceso al detalle final.
Con estos mimbres , la ministra acometió una reforma valiente, que deja clarísimas las causas del despido procedente a 20 días en la nueva legislación y rebaja de 45 a 33 días el coste del despido improcedente. El objetivo es que a partir de ahora todos se tramiten a 20 días, como adelantó elEconomista. La única pega es que quedarán a la discrecionalidad del juez, lo que retrasará y, en algunos casos, encarecerá la decisión. Habrá que esperar a ver las sentencias de los magistrados de lo Social para comprobar si Báñez tiene razón. Se trata, por tanto, de un paso importante, que satisface en gran medida las demandas del mundo empresarial, aunque lo ideal hubiera sido introducir directamente la rebaja en el texto de la legislación. El Gobierno no ha querido dar argumentos a los sindicatos para convocar una huelga general. De hecho, tanto Cándido Méndez (UGT) como Ignacio Fernández 'Toxo' (CCOO) aparcaron ayer sus soflamas reivindicativas, en espera de conocer el detalle en el BOE.
La normativa mantiene, sin embargo, la dualidad del mercado laboral, pese a los esfuerzos de la ministra por negarlo, ya que los fijos siguen teniendo privilegios frente a los temporales. Tampoco acaba con la ultractividad de los convenios colectivos, aunque limita su duración a dos años. En líneas generales, da la impresión que Rajoy ha perdido la oportunidad para realizar un cambio drástico para liberalizar completamente el mercado de trabajo. Por lo demás, el texto contiene una apuesta decidida por integrar a los jóvenes en el mundo laboral, con varios incentivos a la contratación por parte de las pymes. Se trata de un esfuerzo elogioso, aunque de dudoso resultado a corto plazo, ya que este tipo de empresas apenas contrata y no lo hará hasta que se resuelvan las graves restricciones sobre el crédito.
Los empresarios consideran esta reforma esencial, una vez que han comenzado a asumir que las nuevas exigencias de provisiones a la banca, restringirá mucho más los préstamos bancarios, como advirtió elEconomista. El vicepresidente de CaixaBank, José María Nin, lo reconoció esta semana.
El ministro de Economía, Luis de Guindos, se ha marchado de gira internacional para convencer al mercado de la bondad de su reforma. Pero deja la casa revuelta. Algunas entidades han comenzado a acercarse al Banco de España con la intención de sondear posibles operaciones de compra. La primera sorpresa con la que se encuentran es que no hay dinero para cubrir los riesgo de la adquisición, como ocurrió con la CAM por parte de Sabadell. La cuestión, entonces, es qué incentivo tiene un banco sano para adquirir otro en dificultades. Las fusiones entre los problemáticos agravará las dificultades. Guindos va a tener que tirar de teléfono. Entretanto, miles de pymes seguirán desapareciendo.