Opinión

Johnson silencia al Parlamento


    elEconomista.es

    El primer ministro británico, Boris Johnson, dio ayer un sorprendente giro a su gestión del Brexit. El exalcalde de Londres solicitó a la Reina que la actividad del Parlamento quede suspendida desde mediados de septiembre hasta el 14 de octubre, poco más de quince días antes de la fecha prevista (31 de ese mes) para iniciar la separación de la UE.

    Johnson obtuvo el sí de Isabel II tras una maniobra en la que sabía que tenía todo a su favor. No en vano si la Monarca se hubiera negado, habría comprometido seriamente su posición de neutralidad ante las decisiones del Gobierno. Johnson no ha dudado así a la hora de implicar a la Reina para eliminar trabas a sus planes de negociación sobre el Brexit. A priori, ahora está en condiciones de evitar la dura oposición que sus contrarios estaban dispuestos a ejercer desde el reinicio de la actividad parlamentaria, tras el verano, hasta las vísperas del crucial Consejo europeo que se celebrará el 17 de octubre. Además, Johnson podrá presentarse a ese Consejo con la amenaza de un Brexit duro, sin tiempo para que ninguna enmienda parlamentaria lo frene. En esa situación, el primer ministro confía en que sus socios europeos se avengan a revisar el tratado que ya acordaron con Theresa May y que consideran ya cerrado.

    Pero paga un alto precio en aras de ese objetivo desde el punto de vista de perturbar el normal funcionamiento de una institución de tanto peso. Es cierto que no se trata de un apagón completo, ya que la Cámara contará con quince días, desde la celebración de la Cumbre europea, para conducir una negociación exprés. Sin embargo, resulta indudable que Johnson ha dado un paso muy arriesgado (incluso para su propio futuro político).