S i dirigirse a los lectores de un diario como elEconomista es siempre un privilegio, hacerlo con motivo de su décimo aniversario es una gran satisfacción. El impulso emprendedor que caracterizó a los fundadores de este medio hoy se ve ampliamente reconocido en esta celebración. Es un referente de la prensa económica y, singularmente, en su ámbito digital. Es además una oportunidad para poder explicar lo mucho que los españoles hemos conseguido, y lo mucho que aún nos queda por hacer. Porque el hecho de que hayamos podido recuperar ya un millón y medio de los empleos que se perdieron en la larga travesía de la crisis económica da buena cuenta de la velocidad de crucero a la que hemos creado empleo en los dos últimos años. Pero aún no es suficiente. Vayamos por partes. Tras superar la peor crisis económica de las últimas décadas, lo que incluye haber evitado la quiebra y el rescate de la economía española, hemos conseguido dar la vuelta a la crítica situación que me encontré a principios de 2012, nada más llegar al Gobierno. Nadie pone en duda que hemos sido capaces de pasar de la recesión a la recuperación y, lo que es más importante, que lo hemos hecho preservando nuestro sistema de bienestar, la red de confianza y la base de la fortaleza y la cohesión de la sociedad española. Cuatro años después, nuestra economía avanza ya en la vanguardia del crecimiento de las principales economías de la Unión Económica y Monetaria. El pasado año, el crecimiento económico alcanzó el 3,2 por ciento, el doble de la media de la zona euro, y se crearon 533.000 empleos. A día de hoy nada apunta a una ralentización de este vigoroso crecimiento, todo lo contrario. En el primer trimestre de este año hemos crecido al 0,8 por ciento y no es descabellado pensar que en el primer semestre del año 2016 vamos a crecer más que en el primer semestre del año 2015. ¿Pero sobre qué bases crecemos? Afortunadamente, nos hemos desembarazado de los desequilibrios en las cuentas públicas que lastraron el crecimiento de nuestra eco- nomía en épocas pasadas. En este momento nuestra inflación es negativa, lo que revierte en ganancias de competitividad y también de poder adquisitivo, porque, a pesar de esa baja inflación, la subida salarial media en España es del 1 por ciento. Las mejoras en la competitividad, a su vez, redundan en una economía más abierta que hace cuatro años. El pasado año, el peso de nuestras exportaciones de bienes y servicios superó el 33 por ciento del Producto Interior Bruto, un récord histórico. Entre otras cosas, la positiva evolución de nuestro sector exterior nos permite acumular cuatro años consecutivos de superávit externo, algo inédito en nuestro país. De este modo, nuestro crecimiento es, no ya vigoroso, sino sostenible y equilibrado. Prácticamente todo él se traduce en creación de empleo. Mientras el crecimiento anualizado en el primer trimestre de este año alcanzó el 3,4 por ciento, el avance del empleo a tiempo completo lo hizo a ritmos del 3,2 por ciento. Y, sobre todo, es la primera vez que iniciamos una recuperación económica con incrementos en la contratación indefinida, que crece a un ritmo del 17 por ciento. Y al 18 por ciento la contratación indefinida a tiempo completo. Hoy en España 3 de cada 4 personas tiene un contrato indefinido, 7 puntos más que al inicio de la crisis. Somos el país que más empleo crea en Europa, uno de cada tres. Lo creamos en todas las comunidades autónomas, en todos los sectores, en todos los grupos de edad y en todos los colectivos. Tras este sumario repaso de nuestra situación actual, me gustaría hablar ahora de nuestro futuro. Nuestro gran objetivo ha de ser que España llegue al año 2020 con 20 millones de trabajadores cotizando a la Seguridad Social. Eso supondría la creación de 500.000 puestos de trabajo anuales, consolidando simultáneamente en nuestro país un modelo de crecimiento más sostenible y competitivo, capaz de generar recursos para la inversión productiva, el fortalecimiento de nuestro Estado de Bienestar y la rebaja de impuestos a ciudadanos y empresas. La clave está en mantener las políticas de la recuperación que hemos implantando en los últimos cuatro años. Avanzando como hasta ahora en el camino de las reformas y de la consolidación fiscal, podremos sortear las incertidumbres abiertas en el entorno internacional y alcanzar nuestro objetivo al final de la próxima legislatura. Vamos a seguir reduciendo el déficit público. Si el pasado año se redujo desde el 5,8 por ciento hasta el 5 por ciento, a finales de 2017 se situará por debajo del 3 por ciento del PIB. A los españoles se les presenta el 26 de junio dos alternativas diametralmente opuestas de política económica. Por un lado, la que apuesta por aumentar el gasto público y derogar las reformas de la recuperación y, por otro, la que yo defiendo, encaminada a seguir fortaleciendo nuestra competitividad como palanca de un crecimiento sano, vigoroso y creador de empleo. El contexto político no es una cuestión menor. Una de las primeras obligaciones de todo Gobierno es la de generar confianza a los agentes económicos. La estabilidad, la moderación política y la seguridad jurídica son elementos capitales para el buen desarrollo de nuestra vida económica. Como podemos tristemente constatar, el extremismo ideológico en la toma de decisiones de ciertas administraciones locales de nuestro país puede poner en riesgo importantes inversiones al tiempo que genera un factor de incertidumbre muy perjudicial para nuestra imagen como país. España y los españoles no se merecen volver atrás. España y los españoles se merecen un futuro mejor y eso solo es posible con un Gobierno moderado, responsable y con la experiencia necesaria para desarrollar un proyecto de largo alcance para todos los españoles. Ese es mi compromiso para el futuro. Tenemos por delante cuatro años de intenso trabajo para afianzar este nuevo ciclo positivo y extender la recuperación a todos. No retrocedamos. No vacilemos. Sigamos avanzando por el camino de la prosperidad. Felicito de nuevo a elEconomista, y estoy convencido que en próximos aniversarios podremos contar cómo hemos conseguido el gran objetivo de dejar definitivamente atrás la crisis económica, y garantizar el bienestar de los españoles.