La industria nuclear está volviendo a ponerse de moda. Con los precios del petróleo por el cielo y una gran presión en Estados Unidos, tanto de la población como de los políticos por el cuidado del medio ambiente, la energía nuclear se vuelve a presentar como una posible solución para abastecer la creciente demanda de energía sin emitir gases que afecten a la atmósfera. La apuesta que han hecho muchos por la bioenergía, como etanol, biodiesel o eólica, no parece suficiente para reducir la dependencia del petróleo, y la generación suele ser mucho más costosa. En este contexto, la mala reputación que tiene la energía nuclear ha comenzado a ceder, al menos, para debatirse públicamente en Washington. Según la Comisión de Regulación Nuclear, con sede en Maryland, se construirán 32 nuevos reactores nucleares en Estados Unidos durante los próximos dos años, a un costo de entre 4.000 y 5.000 millones de dólares cada uno. Algunas de ellas, como Duke, Constellation Energy Group o NRG Energy, están volviendo a solicitar permiso de apertura de plantas que habían sido cerradas hace 20 años por la imposibilidad de encontrarles rentabilidad. En Estados Unidos operan actualmente 104 plantas nucleares en 31 estados, que proveen alrededor de un 20 por ciento de la energía del país, mientras que Francia genera un 80 por ciento de su energía de fuentes nucleares. Sin embargo, tanto desde una perspectiva política como económica siguen todavía presentándose muchas dudas. Las plantas nucleares son muy costosas de construir y requieren de estabilidad de largo plazo para ser rentables, más todavía con el alto incremento del precio del uranio. A su vez, los políticos y grupos ambientalistas reclaman mayor claridad con respecto a dónde depositar los deshechos nucleares. En teoría, la Secretaria de Energía es responsable, y obliga a las empresas del sector a aportar un porcentaje de sus ganancias para el costo de transporte de los desechos nucleares a un repositorio seguro. Sin embargo, a día de hoy todavía no existe un depósito de esa naturaleza en Estados Unidos. El presupuesto presentado por el presidente Bush supone un aumento en cooperación al desarrollo de energía nuclear del 37 por ciento, comparado con el año pasado. Actualmente, la Energy Policy Act, aprobada por el Congreso en 2005, propone un crédito impositivo de hasta 125 millones de dólares para las nuevas plantas nucleares, una garantía de préstamo de hasta el 80 por ciento del costo de la planta, y seguro contra riesgos o retrasos de 2.000 millones de dólares. A su vez, reciben otros subsidios estatales y municipales. Sin embargo, Skip Bowman, el presidente del Nuclear Energy Institute, el principal representante de los intereses de la industria, señaló en una conferencia hace unas semanas que los incentivos actuales no eran suficientes, y mas bien harían falta 50.000 millones de dólares en subsidios para los próximos dos años si Estados Unidos realmente quería incentivar la producción de energía nuclear en el país. Peter Domenici, senador de Nuevo México y ranking member del partido republicano en el poderoso Comité de Energía, está a favor de los incentivos a la industria. Otros legisladores y grupos de presión están en contra, argumentando que la industria nuclear no necesita subsidios del Gobierno, ya que es suficientemente rentable. Doug Koplow, presidente de Earth Track y referente de la industria, afirma que "la energía nuclear tiene que responder a la realidad del mercado, y no transferir su estructura de costos al Estado". O como señala Jeremy Symons, director ejecutivo del programa de calentamiento global en el National Wildlife Federation "no estamos en contra de la energía nuclear, pero no tiene sentido para el Gobierno invertir todos esos recursos cuando se podría invertir más eficientemente en energía renovable…". La población en Estados Unidos sigue dividida, pero con una leve mayoría favoreciendo el uso de la energía nuclear, un 53 por ciento según la última encuesta de Gallup de marzo del 2007. Pero a juzgar por las voces de apoyo en Washington, parecería que el incremento del precio del petróleo está generando más apoyo a la controvertida energía nuclear.