Se considera entre los expertos que, si España cierra el ejercicio 2012 con un desequilibrio que no supere el 7 por ciento, Bruselas y los mercados considerarán cumplido el compromiso de déficit público. Aunque se sobrepase el 6,3 por ciento fijado inicialmente, se tendrá en cuenta que la recesión económica superó el año pasado las previsiones de la propia Comisión Europea y que eso varía los cálculos del acuerdo. El Ejecutivo asegura que presentará en Bruselas un déficit ligeramente inferior al 7 por ciento. Eso significaría que al final se ha cuadrado el presupuesto, aunque sea a martillazos, como se dice en el argot de los economistas. Las dificultades son evidentes. Tanto la Seguridad Social, incluyendo la partida de desempleo, como las CCAA, han sobrepasado las previsiones. Entre los expertos se habla de artificios contables, aunque perfectamente legales. Por ejemplo, el aumento de los ingresos fiscales, un 4,2 por ciento, se ha debido al fraccionamiento -adelantamiento- del impuesto sobre sociedades, que ha aportado 5.925 millones, más de la mitad del incremento de ingresos. Un recurso que sólo se puede utilizar un año. También se pueden retrasar las devoluciones del IVA o frenar la concesión de aplazamientos de pago de impuestos y cotizaciones. Las CCAA han vuelto a utilizar el sistema de guardar facturas de 2012 para pagarlas este año. Algo que ya no se podrá volver hacer por imperativo de Bruselas. El control de Hacienda en este aspecto será clave. Si el déficit se planta en 2012 en el 7 por ciento, bienvenido sea. No por ello debemos olvidar que será difícil sacarle más partido a los impuestos y que el ajuste volverá a recaer sobre el gasto. La petición de rescate y la reforma del sector público aliviarían la presión este año.