E n términos de consumo de energía final, la electricidad representa poco más de una quinta parte del total, ya que la dependencia de España al petróleo y a los hidrocarburos es enorme. Los productos petrolíferos alcanzan el 55 por ciento del total de la demanda final del país, seguido del gas natural, que llega al 17 por ciento. Este hecho se explica analizando los sectores de demanda: el transporte como principal causa de consumo energético del total de la energía consumida en España, seguido de la industria y los usos diversos (sector servicios y residencial). Bajo este prisma se observa que el grado de autoabastecimiento de España es inevitablemente bajo, representando las energías renovables y la nuclear el 11,1 por ciento y el 12,6 por ciento, respectivamente, del consumo de energía primaria total de nuestro país en 2010. De esta situación se extrae que España necesita de un nuevo modelo, energéticamente sostenible y económicamente asumible, que apueste por un mix energético eficiente a medio plazo. Un escenario que permita complementar la demanda de petróleo e hidrocarburos con el potencial de las energías renovables y la nuclear para asegurar el suministro, garantizar el funcionamiento, mantener un precio de mercado razonable y garantizar la protección del medio ambiente. El sector público y privado debe focalizar sus esfuerzos y recursos en desarrollar un modelo productivo más competitivo y global. Ahora es el momento de apostar por la economía del conocimiento, la innovación y la investigación. Potenciar una industria energética sostenible es clave para la impulsar la recuperación económica del país. En un contexto internacional en el que se están desarrollando medidas para evitar daños en el ecosistema, como el Protocolo de Kyoto, España ha cumplido razonablemente este objetivo y ha mejorado la eficiencia energética del país. El sector de los bienes de equipo, que genera el 5 por ciento del PIB en España, es un firme defensor del mix energético, por lo que todas sus propuestas tienen como meta su implementación. Un país como España, con escasos recursos minerales y naturales susceptibles de ser aprovechados para la obtención de energía, requiere de una firme apuesta en I+D para implementar tecnologías propias que pongan en valor nuestros recursos energéticos y nos confieran cierto grado de autonomía. A ello se suma la inversión en el acceso a recursos en el exterior, como es el caso de operadores petrolíferos y gasísticos. De lo contrario, el traspaso de rentas de España a países propietarios de tecnologías o de hidrocarburos será una constante que, a modo de impuesto, penalizará la competitividad económica de nuestro país y condicionará la calidad de vida de los ciudadanos. Por tanto, apostar por el mix energético y la I+D en energía es una necesidad que pasa por invertir en territorio español y por construir buenas alianzas estratégicas internacionales. Sólo así podremos adquirir las capacidades tecnológicas imprescindibles para ser competitivos y hacer de nuestro entorno un lugar sostenible con mejor calidad de vida.