P arecía que la llegada de Hollande a Francia se iba a convertir en un revulsivo político-social, cercano a un tsunami, que se llevaría por delante a la propia Angela Merkel. De momento, todo indica que tendrá que esperar. Los famosos eurobonos siguen sin estar en la agenda, pero se empieza a hablar de políticas de crecimiento y de apoyo a la deuda soberana ligadas a infraestructuras. Esto tan enrevesado viene a traducirse como que Alemania está dispuesta a poner dinero siempre y cuando se vincule a inversiones rentables y a las reformas estructurales que, en el caso de España, está abordando el Gobierno de Mariano Rajoy. La canciller alemana, con cierto instinto de supervivencia y con sentido común, no se la quiere jugar a los eurobonos si no tiene claro, por ejemplo, cuáles son las cuentas públicas del Estado de la cuarta economía de la eurozona o cuál es el valor real del sistema financiero español. Y es lógico, con el papelón encima de la mesa de Grecia -cuyo coste principal está asumiendo la economía y los contribuyentes germanos-, que no quiera más sorpresas desagradables. En la Cumbre de junio se tomará una decisión sobre Grecia que, por sí misma, puede aliviar a los mercados y despejar incertidumbres. Hasta ese momento, los inversores internacionales y los nacionales tendrán las dudas razonables que surgen con una situación de quiebra, como la de Grecia, y de sorpresa general, como con las cuentas españolas. A todo ello hay que sumar, además, que nuestro país tiene un panorama macroeconómico demoledor para los próximos meses, con incremento del paro, crecimiento económico negativo, y vencimientos de deuda de cantidades realmente alarmantes. Este año, España, por añadidura, tiene que pedir prestados a los mercados 60.000 millones de euros más de los que ingresaremos, por lo que las tensiones en el corto plazo están aseguradas. Si a todo esto le unimos que Bankia parece un agujero sin fondo, y que el ministro De Guindos podría estar dispuesto a un banco malo, tras haber negado la mayor en cien ocasiones, lo lógico es tener el diferencial de la prima de riesgo donde está.