Nunca imaginamos que el culebrón de Endesa podía convertirse en un glosario de frases célebres. Sin embargo, gracias a éstas, sus protagonistas se han hecho un hueco de honor en la mascarada grotesca que ha sido el asalto a la eléctrica. Algo debimos sospechar cuando, en un alarde de triunfalismo mal medido, Gabarró se atrevió con aquello de "nosotros ponemos el semen y en nueve meses tendremos la criatura". Un mal arranque que animó la verborrea y las primeras perlas no tardaron en llegar. Así, Pizarro, en pie de guerra, anunciaba "no seré nunca empleado de La Caixa" y Conthe, feliz de presidente todopoderoso, respondía "cualquier jurista se ríe del recurso de Endesa, típico de un país bananero". Pero aparecieron los alemanes y Zapatero, junto a Merkel, tuvo que tranquilizar los ánimos, "es una cuestión entre empresas y es, en ese contexto, en el que debe continuar". Un discurso oficial que se mantuvo hasta la irrupción de Joan Clos que, con su visión premonitoria, vio derrumbarse la oferta alemana y "triunfar una solución española", montando la zapatiesta. Y, por fin, la mascletá de declaraciones: "El ministro de Industria tiene una gran intuición e iniciativa", (Pepiño Blanco); "mi objetivo es sustituir a Don Vito" (José Manuel Entrecanales); "la división de Endesa sería una mala noticia", (Joan Clos, él antes); "yo creo que es una opción correcta, aceptable que no trocea de forma relevante Endesa", (Joan Clos, él después); "se trata de una cierta reubicación de activos, tal como se plantea", (Solbes con la boca pequeña); "quien opa el último opa mejor", (Miguel Sebastián, y punto); "ya dije que era ilegal y lo sigue siendo, pero no vamos a tomar ninguna medida al respecto" (Wulf Bernotat justificando lo injustificable); la opa de Endesa "es un ejemplo de lo bien que funciona la libertad de mercado en Europa", (Zapatero, sin comentarios); y, lo último, "con Enel lo que había que hacer lo hicimos bien. Cumplimos" (Prodi El Sincero). Lo dicho, por la boca muere el pez.