
Tres jornadas consecutivas en números rojos han sido suficientes para confirmar el renovado tormento de la renta variable en Estados Unidos: la Reserva Federal comenzará a recoger velas el próximo septiembre.
Tras las palabras el pasado martes de dos altos funcionarios de la Fed, Charles Evans y Dennis Lockhart, todo parece indicar que el banco central podría reducirá su programa de estímulo aprovechando la "vuelta al colé" de los mercados. Dicho esto, según Kris Dawsey, economista de Goldman Sachs, la decisión dependerá de los datos económicos de las próximas semanas.
Según Dawsey, si Ben Bernanke y sus chicos comienzan a reducir sus compras de bonos y activos hipotecarios en septiembre, el programa conocido como flexibilización cuantitativa, QE por sus siglas en inglés, no concluirá definitivamente hasta mediados de 2014, como aventuró Bernanke en su última rueda de prensa.
Los cálculos indican que la tercera entrega del QE ha sumado alrededor de 1,3 billones de dólares en activos a la cuenta de la Fed, que rondará los 4 billones de dólares cuando se culmine el estímulo. Dicho esto, desde Goldman aseguran que el banco central no comenzará a achicar su balance hasta que comience a subir los tipos de interés, algo que no ocurrirá hasta la tasa de paro ronde el 6,5 por ciento.
Mientras tanto la tensión se masca en el parqué. Ayer Bill Gross, el dueño y señor de Pimco, una de las gestoras privadas de bonos más importantes del mundo, se planteaba la siguiente pregunta: Si hay consenso en que las tres raciones de QE han impulsado la renta variable, ¿qué sucedera tras la retirada?.