
Las intervenciones de los banqueros centrales han acabado con la ansiedad del mercado por el posible accidente de la economía china y la bolsa ha celebrado dicha tranquilidad.
Mucho han cambiado las cosas desde el lunes negro del 24 de agosto, aunque la situación económica no es tan distinta. En aquel momento poníamos el ejemplo de que el piloto del avión chino sabía que iba a tener que tomar suelo con el tren de aterrizaje roto y las consecuencias para la economía mundial, de un reajuste de todos los intercambios comerciales tras la devaluación del yuan, eran incalculables. El mensaje de una tercera recesión en Europa y una segunda en EEUU desde Lehman corría como la pólvora. Dos meses después, la mayoría de expertos reconoce que se pasaron de frenada. Si bien el mercado se ha tranquilizado y el dinero ha vuelto a entrar con cierta complacencia en la bolsa, lo ha hecho a pesar de que el entorno no ha mejorado. Sin embargo, paulatinamente las piezas del puzzle empiezan a encajar.
El escenario de una recesión mundial provocado por el contagio de una deflación mundial exportada por China se disipa para dejar paso a la desaceleración, gracias al papel de los bancos centrales extendiendo su política monetaria expansiva para curar la herida de guerra dada por China. "La influencia de los bancos centrales sobre la renta variable ha sido extraordinaria, provocando efectos burbuja en las cotizaciones de los valores y haciendo creer que los beneficios por acción van a correr tanto o más que su cotización", explica Javier Santacruz, economista e investigador de la Universidad de Essex.
El mercado se ha tranquilizado porque el BCE anunciará un nuevo plan de estímulos en diciembre y la Fed subirá los tipos que tenía previsto elevar en septiembre a final de año o en el primer trimestre de 2016. "El BCE tiene todos los mecanismos necesarios para actuar y los usará si llega el momento". Con estas rotundas declaraciones Mario Draghi mostraba su sensibilidad al impacto de los cambios en el ritmo de crecimiento y el contagio que podría producirse en el Viejo Contiente. Durante los últimos meses el mercado ha cotizado con optimismo que la Reserva Federal retrase la subida de tipos y que se amplíe el QE en la eurozona, pasando por alto que los datos macro de los cuatro países más ricos del mundo son poco alentadores.
"El crecimiento mundial será reducido en los próximos años. El nivel de endeudamiento es elevado a nivel mundial y China tardará un tiempo en adaptarse al nuevo modelo económico basado en el cosumo", recuerda Paula Mercado, de Vdos. Esta semana, la Fed comenzó a preparar al mercado para una subida en diciembre, "lo hará para no perder credibilidad", comenta Pablo García, de Alpha Carax Value. La idea de que la Reserva Federal "seguirá vigilando los acontecimientos económicos y financieros que se produzcan a nivel global es un eufemismo de China y los emergentes", explica Alexis Ortega, de Finagentes Gestión. Y añade, "quieren dar la sensación de que China ha controlado la situación. Pero las burbujas son imprevisibles y ellos lo saben".
¿Una burbuja a la vista?
Son muchas las voces que apuntan a que la subida del dólar agravará las cosas en EEUU y en los emergentes, desestabilizando a los mercados. Europa, además, se enfrenta a otro foco de incertidumbre, la rentabilidad de los bonos soberanos se sitúa en mínimos de los últimos meses tras el mensaje de Draghi de ampliar el QE en plazo, activos o cantidad, por lo que esta tendencia podría agudizarse en el corto plazo. "Nuestra apuesta es que amplíe la cuantía hasta 80.000 millones de euros", comenta García. A nivel empresarial, en Europa la temporada de resultados del tercer trimestre está siendo poco alentandora a pesar de la depreciación del euro y de la caída del precio de la energía. Al otro lado del Atlático, las compañías están cumpliendo por el lado de beneficios a base de recortar gastos pero en ingresos decepcionan ante la fortaleza de la divisa estadounidense. El empujón que le han dado los bancos centrales a las bolsas ha hecho que los principales índices ya no sean tan atractivos como lo eran antes por sus valoraciones.
Desde que la bolsa de Shanghai marcó mínimos del año el 26 de agosto, su precio ha subido casi un 16 por ciento. En el mismo periodo el EuroStoxx ha rebotado cerca de un 11 por ciento, el S&P 500 casi un 12 por ciento, el Nasdaq 100 un 16,3 por ciento y el Ibex, más rezagado, ha sumado en torno a un 6 por ciento. Todas ellas suben ahora en el año. El rebote ha encarecido el precio al que se pagan los beneficios de las compañías que conforman estos selectivo: la ratio PER -el número de veces en el que el beneficio está recogido en el precio de la acción- de la bolsa china ha subido hasta las 17,4 veces, frente a las 14,5 que mantenía entonces. La de EuroStoxx ha avanzado hasta las 14,8 veces, desde las 13,5 veces; la del Ibex hasta las 16,7 veces, desde las 15,6 y la del S&P 500 se mantiene ahora en las 17,8 veces, frente a las 16,4 del 26 de agosto. Por técnico tampoco es momento de comprar. Joan Cabrero, director de estrategia de Ecotrader -el portal de recomendaciones de inversión de elEconomista-, explica sobre la situación de las bolsas que "en este momento se encuentran en tierra de nadie. Los índices están en zonas que no ofrecen oportunidad de entrada, ya que se sitúan en la mitad de un movimiento, lejos de mínimos y máximos del año. Estamos esperando un poco a ver si el mercado llega a resistencias significativas, que se encuentran todavía a un 5 por ciento de los niveles actuales. De esta superación depende que podamos atacar la zona de los altos del año".
Apertura al mercado
China sigue dando pasos hacia la apertura de su mercado. Londres se convirtió en el primer centro financiero no chino en emitir bonos soberanos del país denominados en yuanes, coincidiendo con la visita de Estado del presidente del país, Xi Jinping, en Reino Unido. El valor de la emisión alcanzó los 5.000 millones de yuanes (695 millones de euros) a un tipo de interés del 3,1 por ciento con vencimiento en 2016. La segunda economía mundial ha confiado en Londres para que le sirva de puente a uno de sus proyectos más ambiciosos: convertir el yuan en una divisa de referencia internacional. Este mes de noviembre el Fondo Monetario Internacional revisará su cesta de divisas con derechos especiales de giro y, según Bloomberg, la entidad ha comunicado a los reguladores chinos que la moneda tiene sólidas posibilidades de incorporarse en esta ocasión. Si no lo logra, tendrá que esperar al año 2020 para la próxima revisión. Según Paula Mercado, analista de Vdos, "es bastante probable que el yuan entre en la cesta del FMI, teniendo en cuenta que China es la segunda economía del mundo, además de la venta de bonos denominados en yuanes en Londres. Ahora parece que los compromisos reformistas de China son más firmes".
No hay que olvidar las señales de fortaleza que está mostrando el yuan durante los últimos meses: en agosto se situó como la cuarta divisa del mundo en pagos globales, adelantando al yen japonés. Otro buen signo fue el hecho de que el pasado 23 de octubre China recortó los tipos de interés por sexta vez en 2015 y, sin embargo, la divisa aguantó el tirón: subió un 0,05 por ciento frente al dólar durante esa jornada y desde que se llevó a cabo el recorte hasta hoy rebota más de un 0,5 por ciento.
Con todo, el miedo al contagio de la desaceleración China ha bajado desde agosto. Prueba de ello se pudo confirmar el miércoles pasado, cuando la Fed apenas hizo mención del riesgo que supone China para su economía. Javier Santacruz destaca que "la Fed está ya más preocupada por la situación interna que por la externa. La única inquietud que le genera China es si sigue deshaciendo cartera de deuda del Tesoro americano". Y añade que "lo peor ya ha pasado. Fue un ajuste rápido a fundamentales después de que el principal índice de Shanghai subiera un 150 por ciento en un año. Era una corrección sana, conveniente y necesaria". Paula Mercado explica en el mismo sentido que "parece que ha aumentado la confianza de la Fed en la capacidad de del gobierno chino para gestionar su economía y su bolsa".