
La historia sigue siendo la misma en Wall Street, y eso es lo noticioso. Los buenos resultados empresariales y el optimismo sobre la recuperación económica impulsan subidas en los índices. Esto, que era normal hace tres o cuatro semanas, ahora es alucinante dado el espectacular rally que acumulan las bolsas, que han batido los máximos anuales y que la sobrecompra es enorme.
Pero parece que nada importa a un mercado que ha metido el turbo y que no quiere saber nada de los bajistas. Así, el Dow Jones (DJI.NY) se anotó anoche otro 1,25% hasta 9.287 puntos, el S&P 500 (SP500.CH) avanzó el 1,53% y conquistó el nivel de referencia de los 1.000 puntos y el Nasdaq (NASDAQ.NQ) subió el 1,52% hasta superar otro nivel psicológico: los 2.000 puntos.
Esto no hace sino demostrarnos que un mercado que ha roto al alza resistencias tan importantes como las que acabamos de superar puede subir mucho y muy rápido pese a la sobrecompra y a unas valoraciones que empiezan a ser muy exigentes. Y el que está fuera del mercado esperan una corrección para entrar puede desesperarse. Que es justamente lo que está ocurriendo ahora.
La subida de ayer tuvo como detonantes unos datos económicos positivos: el ISM industrial subió mucho más de lo esperado, y se acerca ya claramente a los 50 puntos (alcanzó 48,9) que indicarían recuperación; el gasto en construcción subió el 0,3% cuando se esperaba una caída; y las ventas de los principales fabricantes de coches mejoraron gracias a las subvenciones del Gobierno para comprar coches de bajo consumo.
También ayudaron los resultados, aunque fueron secundarios: Humana y Marathon Oil batieron las estimaciones. La euforia sobre la economía se trasladó a las materias primas, donde el petróleo reconquistó los 70 dólares y cerró en 71,58.
Hoy martes será el día de los ingresos y gastos personales, el índice de ventas pendientes de vivienda y los resultados de Kraft Foods.