
Al cauce del gran río de la inversión vierten sus aguas muchos afluentes, pero inevitablemente hay uno que va a ser el que más agua aporte en los próximos años. Indiscutiblemente en Europa, como ya ha sucedido en EEUU, donde la gestión indexada va a superar a la activa. En la reflexión sobre por qué va a suceder esto, la principal culpa hay que encontrarla en los altos costes que tienen la gestión de los fondos de inversión respecto a la rentabilidad que ofrecen.
La frase que más he escuchado a inversores en los últimos años es "que no hay motivo para complicarse la vida estudiando qué invertir cuando lo mejor es comprar un ETF del S&P 500 y olvidarse de todo". Indiscutiblemente es una opción que toda cartera diversificada debe tener, pero estoy convencido de que no puede ser la única alternativa de cartera aunque sea la que más rentabilidad haya generado en los últimos años.
Y no lo digo ventajistamente porque este año toda la rentabilidad de Wall Street para el inversor europeo se dilapida y se agrava por la debilidad del dólar. Lo digo porque la columna vertebral de una cartera está alimentada por la diversificación. Y en esta distribución ordenada de activos, la vertebración no puede hacerse pasar por el sectarismo a la indexación y el repudio de la gestión activa.
La demonización que se está extendiendo respecto a la gestión activa, sobradamente justificada por la incapacidad de muchos productos de lograr rentabilidades aceptables, está provocando que el caudal de dinero que llega a lo que ha sido la tradicional industria de la gestión se esté secando. El problema es que en esta estigmatización pagan justos por pecadores, y el inversor se pierde que no siempre la mayoría de fondos son incapaces de batir al mercado.
En un año marcado por una alta volatilidad y fuertes movimientos en los mercados bursátiles, la gestión activa ha generado valor. Según datos de Morningstar, el 63% de los gestores de fondos de inversión activos de bolsa global ha logrado generar una rentabilidad superior a la media del mercado este primer semestre del año, es decir, que han conseguido una rentabilidad superior a la del índice, en este caso la del MSCI World.
Los partícipes de fondos deberíamos poner más interés en quién es el piloto del producto, cuál es su trayectoria, entendida como la rentabilidad anualizada que ha logrado. Usualmente se recomienda tener una cartera demasiado grande de fondos, evitando la duplicidad en lo que se invierte, pero siempre que escucho esta afirmación pienso en la cantidad de agua que vierten los ETFs al gran río de la inversión. La bondad de muchos fondos de gestión activa es que invierten filosóficamente en EEUU, Europa, el mundo..., pero en una cartera de 30, 40, 50 posiciones coinciden en menos de un 10%. El ETF es el camino fácil, pero no garantiza que sea el mejor.