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Liechtenstein decidido a que nadie lo vea como paraíso fiscal
Elena Moreno
Vaduz, 10 jun (EFECOM).- Liechtenstein celebrará, en julio próximo, su segundo centenario de independencia convertido en un importante emporio financiero y preocupado por no ofrecer más la imagen de centro internacional para el lavado de dinero.
Para lograrlo, este pequeño país centroeuropeo, con 34.000 habitantes y bajo el gobierno del príncipe Hans-Adam II, no ha dudado en gastar varios millones de euros en presentar ante el mundo una imagen, incluido un logotipo, que quiere alejar esa "mala reputación" que desde hace unos años le persigue, indicó hoy la portavoz del Gobierno, Gerlinde Manz-Christ.
El origen de los males de Liechtenstein está en su inclusión en una "lista negra" de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) desde 1999, junto a Andorra, Mónaco, Liberia y las Islas Marshall, por no cooperar con la organización en lo referente a sus sistemas fiscales.
"Estamos todavía en la lista", reconoció el director ejecutivo de la Asociación Bancaria de Liechtenstein (LBA), Michael Lauber, que también aseguró que esa "mala reputación" es algo que "forma parte del pasado".
Lauber consideró, además, que la crisis originada por esa situación no llegó a afectar al sector bancario de ese pequeño país, que gestiona más de 150.000 millones de francos suizos (unos 100.000 millones de euros), tres veces más que en la década de los noventa.
La inclusión en la lista de paraísos fiscales, explicó Lauber, dio lugar a un proceso de reformas que las autoridades de Vaduz iniciaron en 2000 y que les ha llevado a acercar su legislación a la de la Unión Europea (UE) y Suiza, un país con el que están estrechamente unidos y con el que comparte la moneda, el franco suizo, además de seguir las decisiones del Banco Nacional de Suiza (BNS, instituto emisor).
"Aquí no hay posibilidad alguna de tener una cuenta bancaria anónima", subrayó Lauber, que sí admitió que existen "las cuentas con números para los clientes que quieren preservar la privacidad, pero la institución conoce todos sus datos y su identidad".
En su pequeño territorio y encerrado en 160 kilómetros cuadrados entre Suiza y Austria, Liechtenstein tiene 15 bancos, entre ellos el LGT, cuyo propietario es Hans-Adam II, que ha delegado la gestión del país en su heredero, el príncipe Alois.
Durante un encuentro con la prensa, Alois de Liechtenstein, reconoció:"como mi padre dice, para ser príncipe por la tarde, hay que trabajar por la mañana" gestionando el país y su fortuna.
La riqueza de Hans-Adam, de 61 años y a la cabeza de una monarquía constitucional, se estima, según la revista Forbes, en más de 4.000 millones de dólares, a la que se añade una fabulosa pinacoteca, la segunda en importancia después de la de Isabel de Inglaterra, valorada en varios miles de millones más.
El minúsculo estado, que hasta 1990 no fue miembro de Naciones Unidas y que a menudo es considerado como parte de alguno de sus vecinos, Suiza, Austria o Alemania, cuenta con más de 80.000 empresas domiciliadas en su territorio y otras 3.000 que operan o producen en él.
El 30 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB) procede del sector financiero y su economía creció en 2005 el 3,7 por ciento, mientras que se espera que, este año, se cierre con un aumento de hasta el seis por ciento.
Su éxito como centro financiero hay que buscarlo, además de en su derecho de sociedades, en un derecho fiscal considerado muy liberal y que permite la existencia de "sociedades de sede".
Ese tipo de firmas son las que tienen su sede estatutaria en el principado, pero que no son activas en él, aunque puedan tener oficinas y empleados. La imposición máxima, además, no supera el 18 por ciento para las personas físicas y el 13 por ciento para las empresas.
"No podemos permitirnos escándalos financieros", dijo a EFE Peter Marxer, presidente del Centrum Bank, una institución con más de 80 años en ese país, y que subrayó que "nuestros clientes no quieren que su banco esté involucrado en escándalos".
Marxer, que dirige ese banco privado, subrayó que "a Liechtenstein hay que verlo como una extensión de las plazas financieras de Zurich, Ginebra o Lugano, y a ella recurren los grandes bancos suizos que tienen banca privada". EFECOM
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