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César González-Bueno, a la vista de todos



    Virgilio Navarro

    Madrid, 27 may (EFECOM).- Trabaja en un despacho de unos 20 metros cuadrados, acristalado de suelo a techo y a la vista de todos sus empleados, con los que comparte el mismo mobiliario blanco, la misma moqueta gris y, según el máximo responsable de ING en España, César González-Bueno, la misma ilusión por un proyecto que ya ha convencido a millón y medio de españoles.

    Con 47 años -licenciado en Derecho y Empresariales y máster en Dirección de Empresas por Yale-, dirige la entidad que desde hace ocho años ha revolucionado la banca en España, con un mensaje simple: le damos más por su dinero y sin comisiones.

    "Ahora no queremos ser tu otro banco, sino tu primer banco", asegura González Bueno, que habla con pasión sobre la entidad y sus productos, que, a su juicio, "son sin ninguna duda los mejores en cada categoría".

    Sólo se pone serio cuando se le pregunta por los rumores -muchos de ellos malintencionados- que hablaban sobre que el modelo de ING era insostenible o por el daño que en su balance les causó la psicosis que se extendió con el caso Fórum y Afinsa, aunque asegura que ni siquiera en esos malos momentos perdió la sonrisa, ni él ni el resto de los 1.000 empleados del banco.

    Pese a todo, el banco funciona en España y sus buenos resultados han catapultado a González Bueno a la cúpula ejecutiva de ING Direct en el mundo, cuando en 1998 sus responsabilidades se limitaban simplemente al territorio español.

    El primer ejecutivo del banco en España ha impuesto una forma de trabajar y una filosofía que busca que los empleados del grupo se sientan cómodos y sin presiones, "aquí no castigamos los errores" y añade "si te caes, te recogemos; otra cosa es que tú mismo te tires".

    La sede central de ING en España, en la madrileña localidad de Las Rozas, parece cualquier cosa menos la sede de un banco. Quizá por ello González-Bueno se muestra especialmente orgulloso. "Aquí fomentamos el talento, no las jerarquías" y además "nos llevamos bien" entre todos, asegura, mientras muestra entusiasmado sus instalaciones.

    Se echan en falta las maderas nobles, las obras de arte, los despachos suntuosos y los retratos enmarcados de antiguos próceres del banco. Frente a eso, ING tiene paredes de cristal, despachos funcionales y carteles en los que los empleados del banco intentan expresar la filosofía de la entidad: "pienso, luego soy naranja".

    Eso sí, la transparencia de sus paredes se transforma en una total opacidad cuando se le pregunta por las cifras del banco en España, más allá de las que publica la matriz.

    Las corbatas también se ven poco por estos lares, aunque González-Bueno sí la lleva. "Me la he puesto para la entrevista y las fotos", asegura.

    Puestos de trabajo luminosos y amplios, jardín tropical para los fumadores, sala de relax con "playstations", horarios totalmente flexibles e incluso se están planteando una sala para que los trabajadores "y los directivos" -puntualiza el primer ejecutivo- puedan echarse la siesta.

    Un auténtico "Pleasantville" bancario, aunque, según reconoce el propio González-Bueno, hay algunos que no consiguen acostumbrarse a tanto "buen rollo". EFECOM

    vnz/pvr