Wall Street suele exhibir un comportamiento negativo en el noveno mes del ejerciciomadrid. La tradicional recomendación de vender en mayo y comprar en noviembre no es en vano. 1998 fue el último año con un comportamiento decente de Wall Street en septiembre: el Dow Jones subió un 4 por ciento. Después, el índice bajó en el noveno mes del año durante seis ejercicios seguidos. El año pasado se quebró la racha, pero el Dow prácticamente terminó septiembre en los niveles en que lo había empezado. Esa racha negativa de seis años iguala a la ocurrida entre 1977 y 1982, y a la de 1928-1934.En los últimos 100 años, el Dow Jones ha bajado en seis de cada diez septiembres como media. Eso significa un 50 por ciento más de bajadas que el segundo mes más bajista históricamente: octubre. ¿Y cuánto pierde el Dow Jones en septiembre? En los últimos 100 años, la pérdida media ha sido del 1,2 por ciento. No parece mucho, pero en términos estadísticos sí lo es; como referencia, multiplica por doce la caída media de octubre en el mismo período. Peor todavía: cuanto más nos acercamos en el tiempo, peor lo hace la bolsa en septiembre. Así, en los últimos dieciséis años, la caída media mensual es del 4,75 por ciento; y si tomamos desde el infausto 2001 hasta el año pasado, la media se dispara hasta el 6,4 por ciento.Otra lección interesante es que lo que pasa en agosto determina el comportamiento de septiembre. En el último siglo, dos terceras partes de los septiembres bajistas se han producido después de un agosto alcista. Es más, en esos años, la subida en agosto alcanza una media del 2 por ciento. Y la mayor caída mensual de la historia, superior a los crashes del 29 y del 87 (ambos en octubre) se produjo en septiembre del 31: justamente, la bolsa cayó en ese porcentaje, el 31 por ciento, en septiembre de ese año.¿A qué obedece este mal comportamiento histórico? Hay teorías para todos los gustos, pero la más extendida es la que las achaca a algo tan viejo como las tomas de beneficios. De hecho, los meses anteriores suelen ser los mejores del año. Otra bastante escuchada es que la temporada de confesiones de las empresas que empieza en septiembre no sólo trae el reconocimiento de que no van a cumplir sus objetivos en el trimestre, sino en el año completo. Y claro, siempre está el efecto que esta mala reputación causa por sí sola. Como septiembre tiene tan mala fama, los inversores suelen ponerse nerviosos cuando agosto termina.