El grupo de los siete (G-7) ha pedido a las principales economías enfocar su política monetaria a objetivos domésticos, permitiendo que el libre mercado determine el precio de las divisas. Todo, mientras el yen se ha devaluado casi un 20 por ciento desde noviembre de 2012 frente al euro, y ante el temor de que pueda desatarse una guerra de divisas. Y es que Latinoamérica y Europa no ven con buenos ojos que naciones como Japón ganen competitividad a través de depreciar artificialmente su moneda.