La incertidumbre parece haber regresado a Wall Street para quedarse. Al menos, eso es lo que desprende la importante debilidad que ha acompañado a las cotizaciones norteamericanas en las cuatro últimas sesiones. Tras el 0,42 por ciento que perdió ayer, el índice Dow Jones acumula un descenso del 4,9 por ciento desde el pasado miércoles. Pero no sólo eso, sino que ayer entregó además la barrera de los 13.000 puntos, puesto que cerró en los 12.987,55 puntos. Es más, este indicador no estaba tan bajo desde el 16 de agosto, es decir, desde la jornada previa al día en que la Reserva Federal (Fed) rebajó los tipos de interés de descuento, que son los que cobra a los bancos por el dinero que les presta. Más dura aún fue la sesión para el Nasdaq 100, que se dejó un 2,5 por ciento y ya acumula un recorte próximo al 11 por ciento en las cuatro últimas jornadas. Como trasfondo, estas caídas contaron con la posible quiebra del broker E*Trade Financial y el renovado pesimismo que despierta la economía estadounidense. Todo ello, además, provocó un fuerte aumento de la inestabilidad. Así, el VIX, que sirve de termómetro para medir la volatilidad en los parqués norteamericanos, repuntó ayer hasta los 30,9 puntos, su nivel más alto desde marzo de 2003. Curiosamente, esta desconfianza no pasó factura ayer al dólar. Todo lo contrario, ya que registró la mayor subida frente al euro desde julio de 2006. En concreto, se apreció un 0,95 por ciento, hasta los 1,453 dólares. Aunque dentro de las divisas el gran triunfador de la sesión fue el yen: se revalorizó un 1,1 por ciento frente al dólar, hasta los 109,4 yenes; y un 2,1 por ciento frente al euro, hasta los 159 yenes.