madrid. Sin ningún genero de dudas, el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) celebra hoy en Fráncfort una de las reuniones más inciertas y polémicas desde que la institución se hizo con el timón de la política monetaria de la zona euro en 1999. Es tal la expectación que rodea a la cita que a las 13.45 horas el corazón de los mercados europeos se parará por un momento. Será a esa hora cuando anuncie su decisión. Luego, habrá que esperar 45 minutos hasta que el presidente de la entidad, el francés Jean-Claude Trichet, comparezca ante los medios de comunicación para hacer pública la declaración oficial del banco central y responder las preguntas que le formulen los periodistas. Sobre la mesa, el BCE se enfrenta a una disyuntiva clara: subir los tipos de interés un cuarto de punto, hasta el 4,25 por ciento, que era la opción que figuraba en su plan inicial tal como había anticipado en la reunión del 2 de agosto; o mantenerlos en el 4 por ciento en el que se encuentran desde junio. Sin embargo, y pese a que resulta cierto que un banco central se juega su credibilidad cuando rectifica una medida telegrafiada previamente, no es momento de perderse en detalles. La situación requiere una actuación decidida, y ésta pasa por no elevar el precio del dinero. Argumentos, desde luego, no le faltan para ello: 1La situación requiere prudencia. Desde el 2 de agosto, el panorama ha cambiado por completo. Ahora está más que demostrado que la crisis de las hipotecas de alto riesgo o basura -subprime, en inglés- en Estados Unidos no es un fenómeno local. Las consecuencias se están dejando notar en Europa y otras regiones del mundo, aunque están siendo los mercados de crédito, donde la otrora abundante liquidez ha dado paso a una alarmante sequía de dinero, los más perjudicados. De hecho, el deterioro de las condiciones ya obligó al BCE a inyectar más de 200.000 millones de euros en agosto para dotar de recursos financieros a los bancos. Aunque esta intervención, junto con las realizadas por otros bancos centrales, tranquilizó los ánimos en la recta final de agosto, los riesgos siguen latentes. Y el BCE lo sabe. Ayer, y como aperitivo, difundió una nota en la que mostró su disposición a inyectar más dinero hoy "si la volatilidad persiste en los mercados de crédito". Para los expertos, estas palabras ya dejaron entrever con más nitidez las verdaderas intenciones de la entidad. "Con ese comunicado el BCE no quiere dejar resquicio a la más mínima especulación. Hoy mantendrá los tipos", afirma José Luis Martínez, estratega en España de Citigroup. Además, los analistas no ocultan que el alcance real de la crisis hipotecaria y crediticia aún no se conoce, por lo que conviene actuar con prudencia. "Si al final todo se resuelve, el BCE tendrá ocasiones de sobra para subir los tipos. Pero si se precipita aumentándolos ahora y la crisis empeora, el error sería muy grave. Por tanto, asumiría un riesgo mucho mayor si decide incrementarlos", sostiene David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Para José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, la precaución del BCE no sólo debe limitarse a mantener los tipos, además debe adoptar un sesgo neutral. "Si no aumenta los intereses pero anticipa que habrá más subidas, lo único que conseguirá es prolongar la incertidumbre existente en los mercados", asegura. 2Inyección de confianza. Aunque la crisis tiene un origen financiero, su amenaza se cierne también sobre la economía real. Y del mismo modo que el BCE ha actuado de forma correcta al introducir liquidez en el sistema bancario, no puede exponerse a los efectos potenciales que una subida de los tipos podría tener entre los ciudadanos y las empresas en estas circunstancias. Tanto en los mercados como entre los agentes económicos, la confianza es un activo clave. Cuando está presente, todo marcha bien. Pero si desaparece, los riesgos se multiplican. Y en medio de la sensibilidad actual, mantener los tipos aportaría una notable dosis de moral a los agentes económicos y financieros, que verían cómo la previsible subida de los tipos de septiembre no ha terminado produciéndose, lo que vendría a equivaler a un descenso. 3Capacidad de respuesta. Problema, solución. Si el BCE hace suya esta máxima y demuestra cintura, demostrará estar a la altura de las delicadas circunstancias actuales. Más aún si se tiene en cuenta que el BCE ha sido acusado en no pocas ocasiones de sus pocos reflejos a la hora de enfrentarse a situaciones de crisis. 4Crecimiento económico. Según los datos conocidos esta misma semana, la economía de la zona euro creció un 2,5 por ciento en el segundo trimestre del año, por debajo del 3,2 por ciento registrado entre enero y marzo. En medio de las condiciones actuales, la desconfianza que extendería un repunte de los intereses podría perjudicar al consumo, la inversión empresarial y el empleo. Es decir, un precio demasiado alto que el BCE no debería pagar. 5¿Un euro aún más fuerte? Entre las consecuencias que arrojaría el incremento del precio del dinero figuraría la apreciación del euro. Sobre todo porque se espera que la Reserva Federal (Fed) estadounidense recorte los tipos, que están en el 5,25 por ciento, en la reunión del 18 de septiembre. Una subida en Europa y un descenso al otro lado del Atlántico sería una mezcla explosiva que podría situar al euro por encima de los 1,40 dólares, una cota que nunca ha rebasado desde su nacimiento oficial en 1999. Y una divisa aún más fuerte pondría en serios aprietos al sector exportador europeo, otro peligro que también debe evitar la institución. 6Cuestión de prioridades: la inflación no asusta tanto. Hasta hace un mes, la principal meta de la institución monetaria se centraba en controlar los riesgos que acechaban a los precios. Ahora, con la inflación de la región en el 1,8 por ciento, es decir, dentro del objetivo de mantener los precios cerca pero por debajo del 2 por ciento, hay que cambiar el paso. "La prioridad ahora es la estabilidad financiera, ya habrá tiempo para el resto de objetivos", sostiene José Carlos Díez. 7Proximidad. Si mantiene los tipos, el BCE también conseguirá labrarse una imagen más accesible y próxima a los intereses europeos. Si se decanta por esta opción, los mercados y los ciudadanos podrían considerarlo como un aliado. En cambio, si sigue adelante con sus planes iniciales y los sube, será visto como un enemigo más.