Camino de los 92 años de vida -los cumplirá el próximo 30 de septiembre-, Juan Miguel Villar Mir, figura de relieve en el desarrollo económico de España desde el ámbito empresarial, político y social, finaliza su vinculación con la empresa que creó hace 36 años y que sobresale con letras mayúsculas en su trayectoria, OHL -hoy OHLA-, la constructora que erigió en uno de los mayores actores del panorama europeo y mundial.
Una empresa que controló en su capital y en su gestión hasta hace menos de tres años, cuando forzado por las deudas tuvo que ceder el testigo a los hermanos Luis y Mauricio Amodio -le compraron el 16% en 2020 con lo que bajó al 14% y un año después subieron a casi el 26% con una ampliación de capital que diluyó a Villar Mir a poco más del 7%-. Este mes de marzo ha vivido el último capítulo en la que siempre fue su 'niña bonita' al ver ejecutado el 7,096% de OHLA que aún conservaba por el fondo Tyrus, su principal acreedor.
Hizo de la compañía una insignia con una valoración que llegó a superar los 3.000 millones de euros y con más de 30.000 empleados en todo el mundo
Pone fin a una aventura de tres décadas y media en OHLA, en la que como es natural ha habido luces y sombras. Hizo de la compañía una insignia en el ámbito de las infraestructuras, con una valoración que llegó a superar los 3.000 millones de euros y con más de 30.000 empleados en todo el mundo. Pero también fue quien sucumbió la empresa a partir de 2015 al borde del abismo por una gestión ambiciosa sustentada en obras mastodónicas con rentabilidades cuestionables y en un excesivo endeudamiento. El nombre de Villar Mir también ha estado salpicado por algunos casos de corrupción política que reiteradamente ha negado y por los que no tiene condena alguna.
Villar Mir ha tenido que someterse a la evidencia a la que obliga la deuda que estrangula al Grupo Villar Mir (GVM) desde hace años. La que le ha llevado a desprenderse, ya completamente, de la que fuera la joya de su corona, la constructora que comenzó a crear en 1987 con la compra de Obrascón por apenas una peseta -más deuda-, a la que sumó después Huarte y Laín para conformar la otrora OHL en 1999.
Villar Mir no ha podido evitar que su apellido se borre definitivamente del capital de la nueva OHLA
Villar Mir no ha podido evitar que su apellido se borre definitivamente del capital de la nueva OHLA. Y aunque desde 2021 fuera ya una presencia secundaria y sin apenas influencia en la gestión, es algo a lo que el empresario se había resistido hasta ahora. Pero la deuda con Tyrus lo ha hecho imposible.
Con ello, el Grupo Villar Mir (GVM), que llegó a elevarse como uno de los mayores emporios empresariales de España -Villar Mir alcanzó el top 5 de fortunas españolas de la lista Forbes- tras superar la crisis financiera de 2008 con holgura, pierde una nueva ficha y se encamina hacia una suerte de 'family office' con la que sus hijos Juan, Silvia y Álvaro Villar-Mir de Fuentes, y su yerno, Javier López Madrid, pretenden salvar al menos una parte de su patrimonio. Antes también salieron del perímetro del hólding de la familia Villar Mir Fertiberia, sus participaciones en Abertis y Colonial, Torre Espacio, Pacadar, el Centro Canalejas o, más recientemente, VM Energía. Ahora, GVM se queda como propietario del 43,7% del fabricante de ferroaleaciones Ferroglobe, del que en el último año también se ha desprendido de un 5%, Inmobiliaria Espacio y una parte de su negocio energético.
Villar Mir otorgó en mayo de 2021 a su primogénito, Juan Villar-Mir de Fuentes el mando oficial en GVM, el grupo empresarial que creó en 1987 con la compra aquel año de Obrascón y de Inmobiliaria Espacio y que convirtió en uno de los mayores emporios industriales de España con la adquisición de varias decenas más con una compleja situación financiera como denominador común. Un relevo que había dado cinco años antes, en 2016, en OHL.
"La suerte más importante que se puede tener en la vida es acertar con el matrimonio, y yo acerté con Silvia"
Cedió el testigo hace dos años -se convirtió en presidente de honor de GVM- a pesar de que sus capacidades seguían intactas y con los números de todas sus empresas en la cabeza como si estuviera al mando de cada una de ellas. Y aún hoy es así, según cuentan personas cercanas al empresario, aunque ya no tiene responsabilidad ejecutiva ni está en el consejo de administración. Y su secreto, más allá del "elixir de la eterna juventud" que en alguna ocasión ha bromeado haber tomado, no es otro que, asegura, "trabajar, trabajar y trabajar". De hecho, hasta entonces presumía de seguir trabajando no menos de 10 horas cada día. También de mantenerse en forma con ejercicio diario. El golf ha sido una de sus pasiones, y a sus casi 92 años sigue jugando regularmente, aseguran en su entorno, como también lo son los coches clásicos y el Real Madrid, que intentó presidir.
Íntimo amigo del Rey Juan Carlos I, en los dos últimos años sus apariciones públicas han sido inexistentes. Mantiene la residencia en su chalet en el norte de Madrid, aunque también se escapa de cuando en cuando la finca de su propiedad Dehesa del Carrizal, en los Montes de Toledo, junto a su mujer, Silvia de Fuentes. "La suerte más importante que se puede tener en la vida es acertar con el matrimonio, y yo acerté con Silvia", señaló en una de sus últimas apariciones públicas en 2019 para presentar el libro sobre su vida, 'Villar Mir, personalidad universal'.
"Nací en una familia de clase media sin antecedentes empresariales ni fortuna, pero sí con unos valores fuertemente grabados"
Para el empresario, de profundas creencias religiosas, la "estabilidad emocional" es clave para una vida profesional exitosa. Algo que, a su juicio, siempre le ha acompañado. "En la vida hay dos condiciones para hacer las cosas bien y ser felices: ayudar a los demás y hacer felices a los demás", afirmó entonces. "Nací en una familia de clase media sin antecedentes empresariales ni fortuna, pero sí con unos valores fuertemente grabados. De ellos heredé el más profundo sentido de honradez, seriedad, respeto a la palabra dada y amor al trabajo y a España", rememoró hace cuatro años. El relieve empresarial de Villar Mir alcanza a un grupo que ha generado decenas de miles de puestos de trabajo en España y en una treintena de países más, con insignias industriales tan relevantes como FerroAtlántica (hoy Ferroglobe), Inmobiliaria Espacio, OHL, Fertiberia o Villar Mir Energía -estas tres últimas ya vendidas-.
Villar Mir inició su andadura como empresario ya con 55 años, cuando muchos otros encaran la recta final de sus vidas laborales. Pero en su trayectoria previa ya sobresalían hitos significativos tanto en el ámbito directivo, como en el de la política, la Administración y la Universidad. A los 36 años ya presidía, por cuenta ajena y a petición de los tres mayores bancos del momento (Banesto, Hispano y Central) Hidro-Nitro Española, a la que salvó de la suspensión de pagos, y a los 38 años asumió, a instancias en este caso de Bilbao, Vizcaya y Urquijo, la presidencia de Altos Hornos de Vizcaya, en aquel momento el mayor grupo industrial de España.
Una fulgurante carrera, sustentada en su brillantez académica e intelectual, que le llevó hasta la vicepresidencia del Gobierno para Asuntos Económicos y la cartera del Ministerio de Hacienda en el primer Gobierno de la Monarquía de Juan Carlos I. El Rey Emérito le nombró Marqués de Villar Mir en 2011.
Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, siendo (número uno de su promoción) y Licenciado en Derecho y Diplomado del Economic Development Institute de Washington D.C., entre otras, Villar Mir es dos veces catedrático por oposición de la Universidad Politécnica de Madrid y pertenece a cuatro Reales Academias, siendo Académico de Número de la de Ciencias Morales y Políticas y la de Ingeniería.
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