Casas Reales
Irene Urdangarin viaja con Juan Urquijo de Londres a Madrid para asistir juntos al 90 cumpleaños de Piru Urquijo, abuela de su novio
- La reina Sofía, la infanta Elena y toda la familia de la abuela de Teresa Urquijo, reunidos en torno a una celebración entrañable
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Sara Tejada
Irene Urdangarin de Borbón cumplió veinte años cuando el verano se asomaba, esa edad en que el tiempo todavía se mide por emociones, cuando la existencia se presenta como una promesa abierta que apenas ha comenzado a ser desenvuelta. Por unos días, dejó Oxford, donde estudia Gestión de Eventos y Turismo, para hacer algo de vida social, y lo hace junto a su novio, como es lógico.
El amor le llegó a Irene cuando tenía que llegar. Juan Urquijo, hijo menor del empresario Lucas Urquijo Fernández de Araoz y de Beatriz Moreno de Borbón-Dos Sicilias, fue el elegido. Se conocen desde niños, como se conocen los miembros de las sagas aristocráticas, entre bautizos, veraneos, primeras comuniones y cumpleaños, como el 90 aniversario de Piru Urquijo, la abuela de Juan Urquijo, hermano de Teresa, cuñado del alcalde y flamante padrino de Lucas, el bebé que nació hace poco más de dos semanas. Allí, en una fiesta con la abuela Doña Sofía, la de Irene, como invitada, y la abuela Piru, como homenajeada, las miradas bastaban para decírselo todo.
Juan, siete años mayor, es ingeniero agrónomo por la Universidad de Cirencester, en Gloucestershire
El romance de la hija de la infanta Cristina con el ingeniero agrónomo (por la Universidad de Cirencester, en Gloucestershire) se consolida con actos familiares como éste tan especial del 90 cumpleaños de Piru.
Irene y su novio no han hecho de su amor un espectáculo. Su presentación "oficial" fue hace no muhas semanas, en un acto tan español como solemne: el desembarco de la Legión en Málaga, durante la pasada Semana Santa. Allí estuvieron, en silencio reverente, siguiendo el traslado del Cristo de la Buena Muerte, entre tambores y corneta. Antes habían compartido cenas familiares, como la preboda de Victoria López Quezada y el cumpleaños del rey Juan Carlos en Abu Dabi. Pero solo en Málaga, entre incienso y fervor popular, dejaron que el mundo los viera. La familia respira tranquila. La infanta Cristina ha visto cómo sus cuatro hijos —Juan, Pablo, Miguel e Irene— han alzado el vuelo desde Suiza hacia distintos destinos. Vive sola en Ginebra, pero su vínculo con Irene es profundo. Madre e hija comparten confidencias por teléfono, visitas esporádicas, y un amor templado por los años difíciles. También Irene mantiene el lazo con sus hermanos, en especial con Miguel, que también pasó por el sistema universitario británico.
Irene, en su primer descanso como universitaria, comparte con su propia familia y la de su novio (que es su primo) momentos tan entrañables como el cumpleaños de la abuela.
Con 90 años, Piru Urquijo es un referente de elegancia
Con 90 años, Piru Urquijo es un referente de elegancia, discreción y generosidad. El mejor regalo es celebrar esa maravillosa edad rodeada de los suyos, con el deseo de unión familiar por bandera y con una energía vital admirable. Nieta del prestigioso médico Gregorio Marañón, vivió 62 felices años con Jaime Urquijo y Chacón y es madre de seis hijos, uno de ellos fallecido. La abuela paterna de Teresa Urquijo y Moreno dejó claro en su noche especial que el verdadero legado no es material, sino humano. Y en eso, sin duda, es una maestra.
En un tiempo en el que la vida parece acelerarse y todo se expone a la vista pública, Carmen Fernández de Araoz, conocida con cariño y respeto como Piru Urquijo, ha demostrado que la elegancia, la generosidad y la discreción siguen siendo valores esenciales. El pasado fin de semana, rodeada de su familia y sus amigos más cercanos, celebró su 90 cumpleaños, en una fiesta entrañable y cuidada al detalle, fiel reflejo de su forma de estar en el mundo.
Piru nació el 2 de agosto de 1935, pero, como siempre ha hecho en su vida, pensó primero en los demás y decidió adelantar la celebración a julio para no alterar los planes de vacaciones de quienes la rodean. Esa capacidad de empatía y generosidad la ha acompañado siempre, y sus familiares y amigos se lo devolvieron en esta ocasión con una oleada de cariño sincero, en Los Molinillos, su refugio en Navalagamella, a 25 kilómetros de Madrid.
Los Molinillos no es solo una finca: es el escenario de una vida construida con esmero y buen gusto. Fue adquirida en 1939 por su suegro, Luis Cayetano de Urquijo, marqués de Amurrio, y desde entonces se convirtió en un lugar especial para la familia. La casa la levantó el arquitecto californiano Arthur E. Middlehurst, quien diseñó un particular "Beverly Hills" en plena meseta castellana, como se dijo en la revista AD. La decoración corrió a cargo de Duarte Pinto Coelho, pero todo lo demás, los pequeños detalles que dan sentido a un hogar, los fue aportando Piru a lo largo de los años.
El entorno es una verdadera joya. Jardines diseñados por Cecilio Rodríguez, arcos, patios —el principal con un estanque de nenúfares—, galerías, un porche cubierto de glicinias y una capilla completan un escenario idílico. Para esta celebración tan especial, se instaló una carpa junto a la piscina, integrada de forma armónica en el entorno gracias a una cubierta vegetal artificial diseñada por Orca, y la floristería Aquilea, como en cada evento familiar, se encargó de la decoración floral. Limones, limoneros y loros de fantasía poblaron todos los rincones, hasta las lámparas, en homenaje a una de las pasiones de Piru: coleccionar loros, además de cuidar a los que tiene de verdad. Marta Barreiros Cotoner, una de las propietarias de Aquilea y también nuera de Piru, fue la encargada de darle forma a esta atmósfera mágica.
El cóctel-cena, servido por The Cook by Silvia Lodares, comenzó a las 20:30 y se prolongó hasta la medianoche, tal y como adelanta la revista Hola. La tarta, una pavlova en forma de pirámide, fue el broche final, acompañada de un deseo pronunciado por la propia Piru con su particular mezcla de firmeza y ternura: "Quiero seguir soplando las velas hasta los 120 años". Delgada, sin haber hecho nunca dieta, y con una fragilidad aparente que esconde una fuerza inmensa, se mostró radiante y feliz, rodeada de sus seis hijos, doce nietos y doce bisnietos, además de sus amigos de toda la vida. La celebración no tuvo orquesta ni baile, solo una música de fondo con temas de los años 50 y 60, seleccionados personalmente por ella. Piru quiso que la noche fuese importante, pero dentro de su habitual discreción. Hubo mariachis, pero no fuegos artificiales, porque el verdadero brillo lo aportaron el cariño y el afecto de quienes la acompañaron.
Entre los asistentes estuvieron la reina doña Sofía, que "no suele perderse un cumpleaños de Piru"
Entre los asistentes estuvieron no solo Irene y su novio: también asistió la abuela de Irene, la reina doña Sofía, que, según fuentes citadas por Hola, "no suele perderse un cumpleaños de Piru", y también la infanta Elena. Irene Urdangarin, como decíamos, viajó desde Londres junto a su novio, Juan Urquijo, nieto de la homenajeada. Fue una celebración familiar y entrañable, marcada por la naturalidad y la cercanía. Fiel a sus principios, Piru pidió que no le regalaran nada. En su lugar, solicitó que se hicieran donativos a la Fundación Aladina, para ayudar a los niños con cáncer a disfrutar de un verano mejor. Además, tuvo un gesto especial con la residencia de mayores de su pueblo y eligió para la ocasión un vestido negro bordado en rojo y blanco, de una firma ucraniana, como recuerdo a las víctimas de todas las guerras. El conjunto lo completó con un collar de charms de loros, obra del diseñador Joaquín Blanco, uno de sus preferidos.
La vida de Piru Urquijo ha estado siempre centrada en ayudar y compartir. Se casó con Jaime Urquijo y Chacón el 4 de julio de 1957 en la iglesia de San Francisco el Grande, en una ceremonia en la que fue llevada al altar por su abuelo, el prestigioso médico Gregorio Marañón. Compartió con su marido 62 años de matrimonio, hasta que él falleció en 2019. Juntos tuvieron seis hijos: Juan, Cristina, Gonzalo, Lucas, Victoria y Pedro. La mayor tragedia de su vida fue perder a su hijo mayor, Juan, en un accidente aéreo en París en 1995, una herida de por vida que, como ella misma dijo en su día, "se sobrelleva sin contar las penas, viviendo cada segundo con agradecimiento y pasión".