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Flavio Briatore: "En Italia no hay nada fácil"
Dice que se despierta temprano todas las mañanas. Alrededor de las 6,30. Un desayuno rápido y a las 7,15 ya está saliendo de casa. "Si hace buen tiempo, en un cuarto de hora llego al trabajo. En cambio, si llueve, suelo tardar hasta hora y media". Son los horarios de un tren de cercanías y de un trabajador de Monza que trabaje en Milán. Pero el que habla es Flavio Briatore, nacido en Cuneo en 1950 y que, desde Londres, dirige el quipo Fórmula 1 de Renault. "Si hace mal tiempo, no puedo desplazarme en helicóptero y, por eso, tardo mucho más en llegar a mi puesto de trabajo", explica.
Su puesto de trabajo es el corazón de la Fórmula 1 de la casa automovilística francesa. "En Londres -dice Briatore- dirijo a 550 personas. Una organización compleja en la que conviven y se casan los aspectos tecnológicos con los de marketing".
Y es que, desde hace un par de años, Briatore no es sólo el responsable de la escudería, sino que se ha convertido, además, en el consejero delegado del equipo. Durante los fines de semana se desplaza a los circuitos de todo el mundo y una vez por semana va a París. "Allí hay otras 450 personas dedicadas a la fabricación de motores. El problema es convencer a los ingenieros de que no nos interesa el propulsor perfecto, como tampoco nos interesa la investigación infinita. El problema es convencerlos de que nuestro business son las carreras. La Fórmula 1 es el mayor evento televisivo y lo que tenemos que hacer es ganar a nuestros competidores en la pista", explica.
El sabor de las victorias
Y a ganar es algo a lo que está acostumbrado Briatore en Fórmula 1, desde 1988 con Benetton. El mánager piamontés condujo al joven Michael Schumacher a su primer Mundial de pilotos en 1994. "Un auténtico milagro en un mundo cerrado y con un equipo que tenía que vivir de la televisión y de los patrocinadores, haciendo milagros con el balance".
En 1995, además del segundo campeonato para el piloto alemán, consigue el título de constructores. En 2005, gana con Renault y con el español Fernando Alonso los títulos de piloto y de constructores. "Era la primera vez que un gran constructor generalista derrotaba a los equipos históricos del automovilismo".
Lo demás es historia del pasado domingo: el Ferrari de Schumacher rompe el motor en Japón, Alonso queda primero y tiene la corona al alcance de su mano y de una última carrera en Brasil. Aunque "por ahora, es mejor no echar las campanas al vuelo", dice, prudente, Briatore.
En cualquier caso, muchos lo consideran un talismán y otros, como el líder que siempre gana. Para el gran público, en cambio, Briatore es el hombre del Billionaire, el local que dirige en Costa Esmeralda, el protagonista de las fiestas estivales más frecuentadas por los VIP y el latin lover que mantuvo relaciones con Naomi Campbell y con Heidi Klum.
"Me divierto durante quince días en vacaciones y parece que mi vida está hecha sólo de fiestas y de mujeres. Me da la risa cuando me juzgan por mi forma de vestir o por lo que hago en vacaciones. En vacaciones, hay que divertirse. Reír es bueno. Además, ¿hay alguien que se vista de traje y corbata cuando está de vacaciones? Los que no me conocen me consideran un grosero. ¿Es que el Billionaire es grosero? Yo soy como soy y punto. Además, ¿quién dice eso? ¿Los gurús de la opinión pública? Lo dicen los que me tienen envidia y por eso hablan mal de mí".
¿Qué reglas sigue en su trabajo? "Es importante amar lo que se hace -añade Briatore-. Fui camarero y me divertí como un crío. En la Fórmula 1, cuando todos buscaban al gran piloto pagándole millones de dólares, yo apostaba por los jóvenes. Pero para alcanzar buenos resultados se necesita también ganas de arriesgarse. Quizás en esto esté el auténtico talento del buen mánager. Éste tiene que sentir en ciertas operaciones las mismas sensaciones del piloto que enfrenta las curvas a la máxima velocidad".
"Además, lo que debería hablar de mí son los éxitos y no el Billionaire -insiste Briatore-. El mánager tiene que responder por los resultados obtenidos para su empresa. Pero estoy harto de ver a directivos que reciben liquidaciones fabulosas con su empresa en números rojos".
Una imagen pesimista de Italia
Briatore aconseja a los jóvenes que arriesguen, pero es consciente de que "en Italia no es nada fácil. El país es viejo y está gobernado por viejos. En Inglaterra, David Cameron, candidato a primer ministro por el partido conservador, tiene 40 años. En Italia, Silvio Berlusconi y Romano Prodi tienen 30 años más que él. E incluso es vieja la mentalidad, como demuestra el ansia de proteccionismo reinante y como se ha visto en el caso de Telecom.
Con las interferencias de la política en la economía, cuando debía ser todo lo contrario. Si un extranjero quiere invertir, bienvenido sea. Estamos en Europa y el proteccionismo se ha terminado. Además, ¿por qué los empresarios italianos no realizan operaciones en el extranjero?"
¿Qué hará Briatore cuando esté cerca de cumplir los 70 años? "Espero tener salud y poder disfrutar de la vida tranquilamente. Dentro de dos años dejo la Fórmula 1. Basta ya de estrés. Pero no tengo proyectos de futuro. Me divertiré haciendo las cosas que más me emocionan".