Contar con un consejero externo cuesta a partir de 900 euros por consejo al que asistaEn muchas ocasiones, el principal motivo de su contratación es arreglar la sucesión familiar barcelona. Ponga un consejero independiente en la vida de su empresa. Podría ser un eslogan publicitario, pero es una realidad que cada vez aplican más pequeñas y medianas empresas en España. Un consejero independiente no cumple ninguna función ejecutiva en la compañía, no representa a ningún accionista, no tiene ninguna relación anterior con el fundador de la empresa y sus allegados y, en definitiva, no puede tener mayor interés que el buen funcionamiento. ¿Quiénes son, de dónde vienen y cuánto cobran por su trabajo?"Es una persona capaz de detectar una situación de riesgo que afecta a una estructura empresarial antes de lo que tardaría cualquier otra persona", asegura Josep Tàpies, titular de la cátedra de Empresa Familiar de la Escuela de Negocios IESE. Para Tàpies, la capacidad de estos talentos externos a la empresa para entender el problema se adquiere con la experiencia, "como han vivido situaciones similares, identifican el riesgo más rápido porque ya lo han visto anteriormente". Su mayor ventaja, apunta Leire Quintana, de la consultora Watson Wyatt, es "estar totalmente desligados del capital social de la empresa".La compensación que recibe un consejero independiente varía en función de la empresa a la que asesore o según las horas que dedique a revisar el potencial de la misma. Para Spencer Stuart, la retribución se establece básicamente en unos honorarios fijos, a los que se suman las dietas por asistencia a reuniones y consejos, y en contadas ocasiones, se añade una remuneración en función de los resultados, que consiste en un porcentaje variable sobre el beneficio neto del ejercicio, establecido ya por el Consejo en los estatutos de la empresa.De media, las reuniones de los consejos a los que asisten duran casi tres horas y se producen una vez al mes. "Haciendo cálculos, las horas que se dedica a cada empresa está en torno a las 40 anuales, además desplazamientos y estancias en otras ciudades", subraya Juan Corona, director académico del Instituto de Empresa Familiar. El tamaño y la expansión geográfica de la compañía también hacen variar la retribución. Una empresa pequeña, que no supere los dos millones de euros de facturación, puede disponer de un consejero externo por unos 900 euros por consejo al que asista. Las medianas, por unos 3.000 euros el consejo, y las multinacionales varían sus tarifas según el consejero que ocupe la silla durante la reunión.En la segunda generaciónLa experiencia que aplican en las empresas que los contratan viene de su vida anterior. Antes de convertirse en consejeros independientes han estado varios años al servicio de otras compañías. Según el Índice Spencer Stuart de Consejos de Administración 2005, un 24 por ciento de estos consejeros son o han sido empresarios, un 21 por ciento eran el máximo ejecutivo de otra organización y un 20 por ciento son ejecutivos ya jubilados. Además, y cada año con mayor frecuencia, un 14 por ciento son profesionales formados para esta tarea, un 9 por ciento son académicos y un 4 por ciento fueron anteriormente políticos. Las misiones por las que un empresario contrata a un consejero independiente son variadas. "La principal razón en las empresas familiares es el tema sucesorio", apunta Tàpies, que asegura que el objetivo de cualquier consejero independiente es "tomar decisiones que ayuden a los propietarios a proyectar la empresa en un futuro". La sucesión de fundadores con varios hijos, un proceso de internacionalización o consolidar una situación financiera sólida son tres de los motivos más expuestos por los directivos de pymes para contratar los servicios de un consejero externo. Hecha la llamada de socorro, empieza una relación que, de media, suele ser de unos seis años, aunque los consultores difieren en la duración idónea de esta amistad. "Es imposible conocer bien una empresa en menos de 4 años", señala Tàpies. "A partir de los 6 años, el consejero delegado se apoltrona y ya no ve las cosas de manera crítica". Sin embargo algunos defienden una relación casi eterna entre la empresa y el consejero delegado, "si la relación es buena, no veo la necesidad de cambiar porque, por un lado aporta conocimiento objetivo y, por el otro, conocimiento de la empresa", opina Corona. El momento idóneo para introducir un consejero externo en una pyme es la segunda generación, "en la tercera yo diría que casi es obligatorio".