No hay ninguna consejera entre las 30 grandes empresas que cotizan en el DAX MADRID. La canciller alemana es la mujer más poderosa del mundo, según la Revista Forbes. Ella es la única que en su propio país está en el podio. No hay una sola mujer que sea responsable ejecutivo entre los jefes de las 30 grandes empresas que cotizan en el DAX. Peor aún, ninguna de esas empresas tiene a una mujer en sus Consejos de Administración.Barbara Bierach, de 41 años, y Heiner Thorborg, de 62, han explicado en el ponderado libro Oben Ohne que la falta de mujeres en los puestos ejecutivos está dañando la economía. Con la población reduciéndose, Alemania no puede permitirse excluir a la mitad de su comunidad con más talento de los consejos de administración, argumentan los autores. Bierach, un antiguo periodista de la revista Wirtschaftswoche, y Thorborg, un cazador de ejecutivos, entrevistaron a altas ejecutivas, como la responsable de la Bolsa de Londres, Clara Furse; a Gail Rebuck, presidenta de la filial británica de Random House Inc., y a Agnes Touraine, antigua responsable de la filial editorial de Vivendi Universal SA. Los autores compilaron ideas útiles y anécdotas sobre cómo la conciliación de la vida familiar y el trabajo de las mujeres alemanas está por detrás de sus colegas de Escandinavia, Gran Bretaña o de Estados Unidos.Bierach y Thorborg dirigen parte de las acusaciones a la política del gobierno y a la política discriminatoria de las empresas. El sistema fiscal alemán ofrece grandes incentivos para las parejas casadas si uno de los cónyuges gana menos que el otro o no gana nada. Generosos subsidios se pagan a los padres por cada hijo, independientemente del ingreso, y es difícil conseguir guarderías a un precio accesible.Cerrado para comerLas madres pueden acogerse a una baja de tres años por maternidad -un período que muchos dicen es demasiado largo para que las mujeres retomen su carrera laboral-, el 80 por ciento de las guarderías alemanas del oeste cierran a la hora de comer y los colegios a las 13:00 horas. Esta cultura -perpetuada por la mujeres- sacraliza a las madres y a las amas de casa, escriben Bierach y Thorborg. Mientras nadie cuestiona los derechos de las madres británicas, francesas, estadounidenses o escandinava a trabajar, las alemanas con profesión e hijos están mal vistas. Merkel no tiene hijos. Incluso el vocabulario es revelador, escriben los autores. Una mujer trabajadora podría ser llamada Rabenmutter -una madre cuervo- expresión basada en la creencia de que los cuervos hembra no cuidan de sus polluelos. "Quien no esté a las 13:00 horas para poner la comida a los niños- mejor si ha sido preparada por las propias madres y con ingredientes frescos- es considerada una mala madre", dice Bierach.La palabra utilizada para definir a alguien externo a quien se confía el cuidado de los hijos es Fremdbetreuung que traducida quiere decir "extranjero" o "extraño", que para nada evoca el acogedor entorno que los padres quieren para sus hijos cuando están fuera del hogar trabajando. Ann-Kristin Achleitner, profesora de finanzas en la Universidad Técnica de Munich y esposa del director financiero de Allianz AG, Paul Achleitner, refieren una historia típica. Su hijo una vez tropezó en casa y sufrió un corte superficial. Achleitner tenía una reunión en la Universidad a la que no podía faltar. Como precaución, la niñera llevó al niño al médico. El personal de la clínica se escandalizó. Si no puedes llevar tus propios hijos al médico, no los tengas, dijeron.En lo que se refiere a las empresas, los autores proponen incentivar que los gestores entrevisten a más candidatos femeninos y se ascienda a más mujeres. Además, el mayor esfuerzo debe venir de las propias mujeres. Demasiadas se retiran muy pronto -al final de la treintena- porque dicen que no pueden soportar el peso del cuidado de los niños y de la profesión.