El cheque-familia, que forma parte de un ambicioso plan, aporta beneficios fiscales a las empresas y a los empleadosMADRID. Desde hace unos años, en los lineales de los hipermercados de Carrefour y Alcampo los franceses pueden comprar un producto bastante peculiar, quizá porque no puede tocarse: el tiempo en forma de cheque. Además, también pueden hacerlo en las oficinas de Correos. Un pequeño trozo de papel que equivale a que alguien pueda cuidar de sus hijos, pueda contribuir a su educación y pueda hacerse cargo de un familiar enfermo cuando ellos no puedan hacerlo. Un alivio para la vida cotidiana de muchos franceses y que además genera riqueza. Para convencer incluso a los más escépticos sobre las bondades de esta idea, ayer se trasladó a Madrid el responsable del funcionamiento de este modelo de asistencia familiar. Bruno Arbouet es el director de la Agencia Nacional de Servicios a la Persona del Ministerio de Trabajo francés, y explicó con varios datos el éxito de esta iniciativa, denominada Plan Borloo. Arbouet aclaró que el plan se basa en tres pilares fundamentales: deducciones en la cuota del IRPF de hasta el 50 por ciento en gastos de asistencia familiar, cheques de servicio universal con los que remunerar a los empleados -con deducciones en el Impuesto de Sociedades para las empresas- y homologación de las empresas prestadoras de estos servicios. Un ejemplo para hacer el cálculo exacto. "Si una empresa le entrega un cheque de este tipo a un empleado de 20 euros, la empresa paga la mitad aunque realmente sólo paga cuatro euros, y el empleado, al que le correspondería la otra mitad, acaba pagando sólo cinco euros", señaló. Parte del salario Desde 2006, fecha en la que se aprobó la ley que pone en marcha este sistema, las empresas distribuyen más de 100 millones de euros a sus empleados en estos cheques como parte de su salario, se ha pasado de 6.000 a 11.000 empresas homologadas en 2007 y se crearon en 2006 144.000 nuevos empleos. Por no hablar de lo que ha contribuido al Producto Interior Bruto francés: nada menos que 12,5 billones de euros. "Otra de las ventajas importantes es que ésta es una forma de dar trabajo a personas con dificultades en la inserción laboral, de sacar a flota buena parte de la economía sumergida", añadió Bruno Arbouet. Con estos números, la conclusión era de esperar por parte de este político francés: "Está claro que estamos hablando de una idea que no debería ser sólo francesa, sino exportarse a todos y cada uno de los países que formamos la Unión Europea". Quizá aún haya tiempo para incluirlo en algún programa electoral. Mayores improvisaciones hemos visto.