'elEconomista' recorre una de las zonas comerciales más emblemáticas de la capital, la calle Alcalá, donde se refleja fielmente la agónica situación en la que se encuentran los negocios de este sector "Ahora mismo estamos en las últimas, en la UVI", nos comenta Alfredo García, propietario de la joyería Alcalá situada en la emblemática vía comercial. "Desde 2007 no ha dejado de caer el negocio, los bancos no conceden los créditos de antes, de 120.000 euros han pasado a ofrecer solo 8.000". Por otra parte, no le parece buena idea la medida que quería adoptar la Comunidad de Madrid, ampliando el horario comercial a 24 horas, ya que "no compensa porque hay que pagar más facturas de luz, y contratar más personal, entre otras cosas. Las reuniones con la Delegación del Gobierno para encontrar una solución sólo han derivado en promesas incumplidas y palabras vacías", dice García. Éste no es un caso aislado en la popular calle madrileña. El negocio minorista sigue con su particular caída libre sin que nadie lo pueda remediar, al menos a corto plazo. El último informe oficial del Instituto Nacional de Estadística (INE) desprende que la caída en las ventas fue de un 11,3 por ciento en el mes abril, retrocediendo un 5,9 por ciento con respecto al primer trimestre del año pasado año. Resignación generalizada CelySol, establecimiento que lleva abierto 57 años, apenas hace 30 euros de caja en las primeras seis horas en la mayoría de días laborables. Su propietaria, Celia, cree que "la gente tiene miedo a gastar y solo consume lo necesario" y, cabizbaja, reconoció que los comercios chinos imponen una competencia casi imbatible, ya que "venden de todo y a todas horas, y así estamos, vendiendo latas a un euro, la verdad es que dan ganas de llorar". Las promociones que ofrecen los distintos proveedores a este tipo de comerciantes -por 5 cajas de refrescos una máquina de café Nespresso, por ejemplo- tampoco suponen un alivio para el negocio. Hay que recordar que según la patronal del sector, 617. 548 son los establecimientos dedicados actualmente al pequeño y mediano comercio, representando un 14 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) del país y dan empleo a más de 1,8 millones de trabajadores, la mayor parte de ellos autónomos. Como la encargada de la tienda de ropa Doñita -cuyo nombre quiso mantener en el anonimato-, que no sabe qué será de su futuro laboral cuando se cierre el negocio en torno al mes de agosto, tras el vencimiento del proceso de liquidación de existencias que ha adoptado la propietaria durante un periodo mínimo de tres meses. "Nos cogeremos unas vacaciones forzadas", señaló. La dueña del establecimiento controla más negocios, es mayorista, pero no ha podido soportar el alquiler del local, que roza los 23.000 euros mensuales. Grave desplome Y es que los días laborales cada vez se parecen más a los días veraniegos, donde la capital brilla por la ausencia del trajín diario de personas que consumen y realizan sus tareas laborales por la zona. Las consecuencia más directa es la caída de las ventas, que va de la mano del ininterrumpido descenso del empleo. El último dato correspondiente al mes de abril es de un 1,2 por ciento, siendo el mayor descenso de la ocupación en este sector desde mayo de 2010, que fue de un 1,5 por ciento, y la mayor caída en ventas se produjo en el segmento del hogar, con un 20,2 por ciento durante el mismo periodo. Solo la construcción le supera en números negativos en los últimos años de recesión, por lo que la situación ha tomado un cariz insostenible, y las instituciones como la Confederación Española de Comercio (CEC) instan al Gobierno a que ponga en marcha un Plan de Choque de forma inminente. En consecuencia, la patronal cree que la insistente caída de las ventas, unida a la inexistente financiación bancaria, está conllevando que el pequeño comercio urbano se encuentre en una tesitura que puede provocar, de no adoptarse de manera urgente medidas de apoyo y dinamización para el sector, la pérdida de más de 75.000 establecimientos en toda España. Su presidente, Manuel García-Izquierdo Parralo, cree que "desde que comenzó la crisis hemos intentado sostener el empleo pero el comercio de proximidad ha llegado al límite de sus fuerzas. La contención del consumo es tan grave que nos va a ser imposible seguir capeando por más tiempo esta situación. De este modo, se presenta como primordial conseguir financiación para generar empleo y crecer empresarialmente, y así poder salvar al pequeño comercio.