Pepa Muñoz dirige El Qüenco de Pepa, un restaurante tradicional en MadridMADRID. Hablar de pasión o enamoramiento es quedarse corto cuando se trata de explicar lo que siente Pepa Muñoz hacia la cocina. Esta empresaria sevillana asegura que su vida está entre los fogones y que de ahí no va a sacarle nadie. "Desde pequeñita me encanta cocinar, siempre he tratado de dirigir mi vida hacia la cocina, vamos de la mano", asegura Muñoz, que antes de crear su propio restaurante, ayudó en un negocio familiar que sus padres tenían en Sevilla. Asegura que ya con nueve años preparaba la comida y la cena de sus hermanas. A pesar de que sus familiares más cercanos tienen negocios, Muñoz tenía claro que quería hacer algo que corriera de su propia cuenta. "Comencé a bromear sobre la posibilidad de abrir un restaurante con una gran amiga mía y las bromas se convirtieron en realidad", explica la propietaria de El Qüenco de Pepa, que comenzó su aventura empresarial al lado de su amiga y hoy socia Mila Nieto. "Las dos estamos juntas, somos uña y carne y sabemos compenetrarnos", declara la emprendedora. Muñoz tiene muy claro el método en la gestión de su restaurante. "El corazón del negocio está en mi espacio, la cocina. Mila se dedica más al tema burocrático y tiene más contacto con el cliente", explica la empresaria, que a partir de este año ha salido más a las mesas para conocer la opinión de sus comensales. Asimismo, Muñoz aclara que el paso fundamental para que las cosas fueran bien estribó en la formación de un equipo humano compuesto por 22 profesionales, entre cocineros y camareros. Confiar en uno mismo El Qüenco de Pepa se abrió a finales de 2003. Por aquellas fechas los más allegados de la emprendedora no confiaban en su instinto empresarial y le decían que se iba a confundir. "Incluso mis familiares temblaban cuando les comenté mi idea", precisa Muñoz, que siempre tuvo claro que para emprender basta con confiar en uno mismo. Al igual que la mayoría de emprendedores, tuvo problemas financieros para crear el restaurante. "Tanto Mila como yo tuvimos que vender una propiedad y pedir varios créditos a un banco", explica la empresaria, que también sufrió con la cuestión burocrática ya que se trata de un local de enormes dimensiones y el papeleo fue de una envergadura proporcional. Ahora las cosas han cambiado, el negocio crece a un ritmo vertiginoso y en cinco años han amortizado un 80 por ciento de una inversión inicial que supuso un desembolso de 700.000 euros. ¿Cómo se alcanzan estas cifras? Muñoz no duda en que la constancia, la dedicación y el mimo al producto son las claves del éxito en este trabajo. Hoy crear un negocio hostelero en Madrid es muy complicado ya que "la oferta gastronómica es inmensa y adquirir un local es prohibitivo". Asimismo, aclara que la mejor forma de hacer publicidad de un restaurante es el boca a boca. "La competencia es uno de nuestros mayores enemigos", remata.