bilbao. Pilar Gómez Acebo es una de esas mujeres que despierta interés allá donde va, a la que se escucha y de la que siempre se aprende algo. En la actualidad su labor profesional la desarrolla en Placement Center España, que compatibiliza con la vicepresidencia de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE). Fue también durante mucho tiempo presidenta de la Federación Española de Mujeres Directivas y Empresarias (FEDEPE). Su máxima profesional es que "detrás de todo están las personas" y que el verdadero reto de los directivos ahora es gestionar las relaciones. "Nos han enseñado a dirigir técnicas y procesos, pero no a las personas". Considera que "los empleados no se van de las empresas, sino que se van de sus jefes", por lo que recalca que todo directivo debe saber que "dar los buenos días a su equipo es algo que va a la cuenta de resultados". Aboga por aceptar la diversidad en las organizaciones, no sólo diversidad de género, sino también de edades, culturas y geográficas. No queda más remedio. P Una de sus grandes batallas personales ha sido luchar por que las mujeres lleguen a todos los ámbitos de la empresa, también a la dirección. Se ha avanzado mucho en igualdad, pero aún hay pocas directivas. ¿Cuál es el problema? R Lo queramos o no la dirección es poder y ahí lo que entra es el ámbito del poder. Es otro lenguaje. Ya no es el lenguaje masculino o femenino, sino que es el lenguaje del poder y llegar a ese lenguaje, compartir ese lenguaje, es complicado. Siempre se decía "fórmate y cuando tengas el mismo nivel que los hombres, llegarás arriba". Eso era una pequeña gran trampa, porque una vez que ya tenemos muchas mujeres formadas al mismo nivel que los hombres e incluso superior, ese cambio no se ha producido. Por eso lo que yo digo es: "Fórmate a tope, pero que no sea lo único. Prepárate a nivel de persona, como individualidad". Y es en esa realidad en la que el hombre y la mujer pueden acercarse medianamente de la mano. P ¿Cuando podrá a ser una realidad?R Nos ha costado 21 siglos llegar hasta aquí, no pensemos que van a regalar nada. Hay que trabajar para crear un nuevo lenguaje del poder y la forma de ejercer el poder. El poder es limitado, es para unos pocos, pero ese poder se puede transformar en servicio y no en uso y abuso. No es fácil, pero es una tarea de supervivencia. Yo creo que ahí nos va la supervivencia. P Hablar de cuotas de discriminación positiva, de cupos... es mentar al diablo para unos y referirse a sistemas necesarios para otros. R Es verdad que las cuotas no son un sistema deseable. Yo creo que nadie las quiere. Otra cosa es que a veces sean necesarias para pegar un giro a una realidad que no es buena. Y yo creo que ese es el papel que ocupan. En este momento hay que ir a esa fórmula para mover determinados anclajes inamovibles. Es lo menos malo que se ha inventado. P Un mal menor...R A veces necesario. Pero hablar de sistema de cuotas no supone referirse sólo a la mujer. España está en Europa gracias a las cuotas, porque antes Alemania y Francia se repartían todo sin nosotros. Hasta que no se dijo "dos españoles, dos franceses, dos alemanes…" no entramos. Es una triste realidad, pero es así. No podemos permitirnos el lujo desperdiciar las capacidades de la mitad de la población, no sólo como fuerza laboral, sino como fuerza de dirección. Hay que crear una fórmula, un espacio de liderazgo compartido. Y eso es un problema de madurez. Primero somos personas y después hombres y mujeres. Y desde ahí, adquiriremos esa individualidad sin problemas. Eso hará bajar la guardia de tantas defensas que existen. P ¿Cómo sería ese modelo?R Mientras el sistema funcionaba todos tiramos del hilo y sacamos todo el jugo posible. Lo que pasa es que ese sistema ya no da más de sí. Lo hemos explotado al máximo. Si queremos seguir explotando ese sistema, el debate ya no está entre hombres y mujeres. Si seguimos así el Sudeste asiático nos arrasa, porque son muchos, más baratos y en régimen casi de semiesclavitud. No debemos desperdiciar energía ni neuronas en confrontaciones y en mirarnos al espejo. Debemos emplear nuestra energía en ese ámbito nuevo, que no existe a día de hoy. P Así entramos en uno de sus temas predilectos, la gestión de la diversidad. R En estos momentos el reto está en la diversidad, en gestionar la diversidad, en la gestión de las relaciones. En un mundo globalizado tenemos que convivir con diversidad de género, edad, razas, culturas, geografías, etc. Vamos a tener que convivir los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX, XX y XXI. Todos los siglos. Y vamos a tener que ser capaces de hacerlos convivir en una misma empresa, van a estar todas las mentalidades habidas y por haber dentro de una misma organización. Y a los directivos se nos va a exigir mucho para saberlas compaginar. En este sentido tanto en género, como edad, como diversidad geográfica, nos ha pillado sin preparar. Nos ha pillado en pañales en el ámbito del managemet, de la gestión. P Sus propuestas hablan de dirigir preguntando, de escuchar, de valorar lo intangible, de la gestión de las relaciones. Algunas cosas suenan a utopía. R Primero, es un escenario posible. Por eso he propuesto que no dejemos de mirar arriba, a lo posible, porque si no no saldremos nunca de donde estamos. Y segundo, es un escenario que empiezan a poner en práctica las empresas líderes y van obteniendo muy buenos resultados. Eso sí, a la mayor parte nos ha pillado en el otro escenario, donde nos cuesta mucho mirar hacia arriba y ver que hay otras posibilidades que están funcionando y podemos llegar a una realidad mejor que lo que tenemos hoy en día. Si ponemos la vista 15 o 20 años atrás sobre la situación de la mujer, lo que vemos hoy era impensable, utópico y seguimos bregando por avanzar. Si no ponemos utopías y empezamos a acercarnos a ellas gradualmente, con nuestros errores -que no pasa nada por cometerlos-, nunca llegaremos a cambiar lo que hay. Lo que ha hecho avanzar al mundo ha sido siempre la utopía.