Para Anthony Gennaoui, la 'guerra por el talento' no ha hecho sino empezar: la generación entrante exige su sitioMADRID. La guerra por el talento es un hecho real, advierte Anthony Gennaoui, director general de Towers Perrin en España, una veterana firma de selección y desarrollo directivo. Y la razón es simble: ha habido un bajón demográfico y cada vez hay menos jóvenes. Además, la tasa de natalidad española es una de las más bajas del mundo. En la próxima década vamos a tener una carencia de jóvenes cualificados que entren al mercado.Pero la pregunta es ¿son conscientes nuestras empresas de esta realidad? La respuesta, para este experto, parece irrelevante, casi resuena en nuestros oídos la famosa cita de es la economía, estúpido: "Una empresa que compite en un mercado con talento limitado y decide no ofrecer lo que está ofreciendo la competencia se ve en una desventaja competitiva. Puede que ahora no lo vea pero lo verá pronto cuando empiece a perder empleados... Y no consiga atraer nuevos", avisa.Paso valienteGennaoui propone que las empresas den un paso valiente: "Si intentan atraer a jóvenes de 25 años, ingenieros de telecomunicaciones, economistas... es importante que entiendan lo que les motiva". En cualquier transacción tienen que ganar ambas partes. Y la empresa que no intente entender las necesidades y aspiraciones de la otra está condenada a perder, explica. "No sólo se trata de que yo, como empresa, ofrezca lo que me parece atractivo, tengo que preguntar lo que piensa el otro".Y si intuitivamente para la empresa no resulta posible, hay que recurrir a técnicas de investigación de mercados. Lo que se conoce como employee research, que en su traducción al castellano viene a ser algo así como investigar el ámbito en el que se mueve el empleado. En opinión de Gennaoui, "una tendencia clara es que para tener éxito hay que investigar estas cuestiones". Y pone un ejemplo: "Hay empresas que anualmente hacen un estudio de opinión de empleados para ver cómo evolucionan, con distintos parámetros de satisfacción, de interés, de alineamiento con los valores de la empresa". Él tiene claro que "la responsabilidad de las empresas consiste en gestionar el equilibrio entre lo que necesita el cliente, por una parte, y el empleado por otra. Lo que cada vez es más complicado. Los clientes exigen cada vez más: precio, calidad y servicio; y los empleados exigen más conciliación, más dinero, más de todo... y los dos escasean, la gestión es más compleja". Y en un escenario como éste "hay que olvidarse del ordeno y mando y aunar voluntades". Por eso hay que entender que los estilos de gestión también hay que cambiarlos. Tenemos que aprender a trabajar mejor y hacerlo en menos horas".. E insiste en que "como empleadores tenemos que ser conscientes de a qué aspiran las nuevas generaciones". Y en este proceso saber que han cambiado los valores de esfuerzo, trabajo y lealtad, añade.A la generación de líderes actuales no se les escapa que los jóvenes que hoy disfrutan del bienestar proporcionado por el esfuerzo de sus padres, no parecen entender a su vez que las cosas que tienen son fruto de un esfuerzo. "Pero los hemos criado nosotros: les hemos dado idiomas, posibilidades de viajar... Aun así piensan que el mundo les debe algo. Que van a entrar y en tres años van a ser directores generales. Pero yo les aviso: vuestra preparación os va a dar entrada al mercado. Pero no penséis que eso es garantía de éxito. Para triunfar, volvemos al esfuerzo".Pero hasta ese concepto, en su opinión, merece una revisión: "No hablamos de trabajar 14 horas sino de concentrar los esfuerzos para sacar buen resultado".