barcelona. "Si he cruzado el Atlántico en mi propio barco y he aguantado en medio del océano, ¿cómo no voy a poder soportar el hecho de montar una empresa?". Pere Forès tiene ahora 40 años pero con nueve diseñó su propio velero para navegar con dos amigos y con la edad de once, su primer submarino "que se sumergía sólo unos pocos centímetros". Años después, en 1997, diseñó, construyó y cruzó el Atlántico con su segundo velero en el que empleó 6.000 horas de trabajo. "Tengo mucha paciencia cuando algo me gusta", apunta este diseñador industrial nacido en Barcelona y que se define como un apasionado del mar.Hace sólo tres años decidió que montaría una empresa de construcción de submarinos de uso civil para investigación científica ya que el mercado español está desierto. No hay ninguna empresa que se dedique a diseñar, construir o montar batiscafos o submarinos ya sean de uso militar, científico o turísticos. Sólo Canarias cuenta con seis submarinos para actividades de ocio. La primera parte del plan de negocio está cumplida: hay mercado. Si salimos de España el sector tampoco está muy maduro. Sólo hay en activo un total de 140 submarinos en todo el mundo, de los que aproximadamente la mitad son para el turismo. Los iniciosLa empresa, Ictineu Submarins, no llega al medio año de vida y ni siquiera tiene oficina aunque "estamos a la espera de tener un espacio en el vivero de Barcelona Activa". Trabajan siete personas y "ni tenemos facturación ni pensamos tener en algún tiempo", reconoce Forès. Poner en marcha esta sociedad limitada, de la que Forès es uno de los dos socios mayoritarios con un 40 por ciento, les ha costado unos 10.000 euros, "sin contar la inversión intangible que entre viajes, material, maquetas y más cosas durante estos tres años suma entre 120.000 y 180.000 euros más", explican. El futuro submarino medirá 4,5 metros de longitud, tendrá capacidad para tres pasajeros, podrá trabajar hasta 10 horas seguidas, pesará 4 toneladas y podrá sumergirse hasta 1.800 metros de profundidad. Toda una joya para la investigación marina española, que no cuenta con ningún instrumento similar para hacer frente a las investigaciones o catástrofes. Cuando el Prestige empezó a verter fuel, España pidió ayuda a Francia para que enviara uno de sus más conocidos batiscafos. El Nautile se sumergió 46 veces para analizar y reparar los daños en el casco del petrolero francés. Forès asegura que la factura que pagó el Gobierno español por cada una de las inmersiones no baja de los 150.000 euros. En total cerca de 7 millones de euros "con los que pudiéramos haber construido siete como el que tenemos en mente", calcula el codirector de Ictineu Submarins. En honor a MonturiolUn millón de euros es el coste de fabricar el Ictineu, que así es como se llamará el submarino de Forès y su equipo, en honor a los diseñados por el catalán Narcís Monturiol en 1859. Además del submarino, el equipo diseñará también un catamarán con un laboratorio a bordo para poder seguir las maniobras del submarino, llevarlo hasta el punto de de inmersión y analizar los datos que envíe.Haciendo cálculos, como cualquier emprendedor, Forès asegura que en 2014 tendrán toda la inversión, tangible e intangible, pagada. "Comenzamos a explotar el negocio con 80 inmersiones en 2009 y en 2011 ya realizaremos 120. A este ritmo en el 2014, todo pagado". Cada inmersión con el Ictineu3 costará una media de 6.000 euros y el submarino tiene una vida útil cercana a los 30 años. Para 2007 esperan cerca de un millón de euros mediante subvenciones de diferentes programas. Además acaban de poner a la venta el 30 por ciento de la empresa para "ir acelerando la inversión y el desarrollo del Ictineu3". Forès asegura que lo cerrarán en menos de dos meses porque "tenemos una lista muy concreta de interesados".La inmersión inaugural será a principios del próximo 2009, para celebrar que hace 150 años Monturiol se sumergió con el primero de sus dos submarinos.