Unidos por la soledad en Bruselas y el temor a ser queridos sólo por su sueldobruselas. Ni Europa es Estados Unidos ni las instituciones comunitarias con sede en Bruselas y Luxemburgo son como el gigante norteamericano Wal-Mart. Hace apenas unos días se destapó que el grupo de distribución minorista de la otra orilla del Atlántico había despedido en diciembre a dos empleados por haber entablado una relación más íntima que el simple compañerismo. También se desveló que Wal-Mart tiene vocación de Gran Hermano: cuenta con un equipo de 400 espías para vigilar a su plantilla.En Bruselas, la capital que comparten Bélgica y la UE, nadie se inmiscuye en cuestiones como con quién se acuesta cada eurofuncionario. Es más, al hilo de la polémica generada por Wal-Mart, el rotativo La Libre Belgique acaba de desvelar que los eurócratas solteros se lo montan entre ellos vía Internet. Si la lluvia de Bruselas les resulta una carga demasiado pesada como para sobrellevarla solos, no tienen más que inscribirse en http://fr.groups.yahoo.com/group/eurosingles/. Eurosingles es un club vedado al resto de los mortales ajenos al gueto de lujo de la eurocracia. Sólo admite eurofuncionarios de las instituciones comunitarias (Comisión Europea, Eurocámara, Consejo de Ministros, Tribunal de Justicia de la UE, etc.), diplomáticos y funcionarios nacionales que representan a sus respectivos países en Bruselas, funcionarios de Eurocontrol (la organización que coordina el control del tráfico aéreo civil en el Viejo Continente y que también tiene sede en Bruselas), funcionarios de la OTAN, y personal de embajadas y otras organizaciones europeas. Hay una manera muy sencilla de hacer la criba: los contactos se realizan por correo electrónico, y quien no tenga una dirección de e-mail de alguna de estas instituciones es rápidamente interceptado y rechazado por intruso e impostor.El resultado es un selecto club de expatriados llegados de toda Europa que comparten su soledad; su seguridad y estabilidad laboral al trabajar para Administraciones públicas; y sueldos muy deseables y primas por vivir en el extranjero aún más envidiables. Comparten también el peso de la desconfianza de la población nativa de Bélgica, que les acusa de elevar los precios de todo, empezando por la vivienda, dado su elevado poder adquisitivo; y de vivir en una burbuja propia aislada de toda relación con sus vecinos belgas de a pie, con un sistema educativo propio, impuestos propios, e incluso matrículas distintas para sus coches.Los eurofuncionarios se defiende a su vez señalando que si no se integran en la sociedad belga es porque no se sienten acogidos por ella; que la economía de Bruselas es pujante gracias al dinero que ellos gastan; y que al relacionarse entre ellos no sólo se garantizan una afinidad en gustos, problemas, elevado nivel educativo, intereses e inquietudes, lista de factores que arroja una imagen elitista del grupo. Al quedar todo en casa también pueden confiar en que el pretendiente de turno no les corteja sólo por los 6.000 euros al mes que entre sueldo y complementos alcanzan sin apenas necesidad de escalar en la pirámide de la eurocracia.Además hay otro problema de integración cada vez más extendido. En el pasado, el francés era la lengua de trabajo en la UE, de manera que los eurofuncionarios dominaban al menos uno de los tres idiomas oficiales en Bélgica (francés, neerlandés y, marginalmente, alemán). Pero al imponerse el casi monopolio del inglés, cada vez es mayor el número de eurócratas recién llegados a Bruselas que apenas chapurrean la lengua de Molière. De modo que cada vez proliferan más sus clubes deportivos, grupos de teatro, bares y hasta hoteles por horas que sólo ell@s frecuentan.