madrid. Tim Harford viste chaqueta marrón, camisa rosa por fuera, vaqueros y unas Converse. Pero no es creativo publicitario, sino economista y autor de uno de esos pocos libros sobre Economía que se convierten en superventas, El economista camuflado. P ¿No estresa estar siempre camuflado?R (Risas). Es divertido, que es lo único que hago. Veo cosas que me divierten y se las cuento a la gente. Es compatible. P Cada decisión de consumo es muy importante para la estrategia de las empresas. ¿Somos los consumidores conscientes de eso? R Sabemos más de lo que pensamos, pero las empresas lo tienen claro. Mi abuela, por ejemplo, lo sabe todo de los supermercados. No tiene mucho dinero pero sí mucha experiencia y mucho tiempo. Así que mide cada euro que puede ahorrar. Y hay mucha gente que tiene todo lo contrario: mucho trabajo, dinero, pero poco tiempo. Gastan dinero, no tiempo. Las marcas saben perfectamente diferenciar a ambos tipos de consumidor. P ¿Llegarán a ser los economistas tan útiles como los dentistas, tal como soñaba John Maynard Keynes?R Claro que pueden llegar a ser dentistas. Conseguir algo que sea útil es posible. Hay varios ejemplos, como el economista (Chris Ferguson) que llegó a ganar el campeonato mundial de póquer. Luego están los que se dedican a predicar, que no sirven para nada (risas). P ¿Por qué? R Hay demasiadas predicciones. Los meteorólogos, por ejemplo, no nos dicen si lloverá en un mes, porque es imposible saberlo. Pues con ellos pasa igual. El lenguaje, además, es muy importante. Oyes hablar de oferta y demanda o de cash flow y bostezas, pero cualquier disciplina funciona a base de oferta y demanda, hasta las citas. En las citas rápidas, por ejemplo, puedes llegar a conocer hasta a 20 personas en unos cuantos minutos. Y en este aspecto, la gente se muestra bastante elástica aunque en un principio tenga muy claras sus preferencias (risas). P Pero parte de la culpa de ese lenguaje complicado también la tiene la prensa...R No la culpo porque los periodistas escriben para la gente que los lee y además salen todos los días. La economía va mucho más lenta que los diarios, por eso importa tanto la novedad, lo que es distinto. Por eso prefiero leer análisis, libros, revistas mensuales, etcétera. P Imaginemos que tiene en su poder la capa de Harry Potter que lo convierte en invisible. ¿Dónde le gustaría camuflarse? R En el Despacho Oval, en el Senado de Estados Unidos... porque son los lugares en los que se toman las decisiones políticas que mueven el mundo, las leyes que marcan el camino a las empresas. Bueno, y luego está Cindy Crawford, pero se supone que son cosas relacionadas con la economía (risas). Me metería en el interior de una fábrica de Japón para saber cómo funcionan las cosas. P Los más puristas acusaron a John Kenneth Galbraith de banalizar la Economía. ¿Teme que le pase lo mismo?R Lo peor es que hay muchos economistas que hacen planes muy serios (tono solemne), que son muy buenos pero no se dan cuenta de que el mundo es muy complicado y que no siempre funcionan. Yo no tengo tantas pretensiones. P Hoy, ninguna empresa es nada sin un líder al frente que no sólo sea íntegro, sino que quiera salvar el mundo. ¿Está de acuerdo? R Si nos intentan seducir como Beckham desde luego lo están haciendo muy mal. La gente piensa que las empresas están llenas de gente brillante, y no es verdad. Como tampoco que los gobiernos estén llenos de estúpidos.