El apoyo del resto de la colonia española es una de las claves para integrarse en el destinoEl 60 por ciento de las compañías proporciona alguna ayuda para afrontar el cambio culturalmadrid. "Es muy difícil que te integres aquí, porque siempre serás el laowei, el extranjero. Aunque desde luego profesionalmente es el sitio para estar". José Luis Gascó es director general de Indra China. Lleva cuatro años en ese país y se define a sí mismo como un hombre "con vocación internacional". Su empresa le proporcionó asesoramiento fiscal y facilidades para encontrar casa, pero sobre todo algo de lo que Gascó está muy agradecido: la oficina ya montada. "Indra lleva presente desde finales de los 80, ese trabajo que me ahorré", confiesa divertido. ¿Lo más difícil de ser expatriado? Que no sólo mudas la parte profesional, sino la personal. "Van muy parejas las dos y conlleva mucho desgaste, por eso es una decisión que hay que meditar ya que ésta es una sociedad muy cerrada. No es Nueva York o Madrid", dice. También se nota en la forma de trabajar. "Para hacer negocios en China tienes que contar con los chinos. El fracaso de muchas empresas extranjeras aquí tiene que ver con la política de Recursos Humanos, porque intentan imponer valores occidentales". ¿Las claves? La humildad y la empatía, las dos cualidades que más se valoran. Y toda una declaración de intenciones: "Mientras estás en China este modelo vale, pero desde luego no lo exportaría". Destino internacionalGascó es uno de los muchos ejecutivos españoles a los que su empresa les ha mandado a un destino fuera de nuestras fronteras. Una práctica cada vez más habitual teniendo en cuenta la aventura internacional en la que se están embarcando nuestras empresas. Como Javier Navarro, al que Grupo Barceló envió hace un año y tres meses a dirigir el hotel que la compañía tiene en Casablanca (Marruecos). La compañía abría ese proyecto compartido con otra empresa española, Fadesa, y buscaban a una persona con experiencia en el Norte de África. Marruecos, en opinión de Javier Navarro, es un país muy cercano geográficamente a España "pero girados 380º en cuanto a nuestras costumbres". Aclara que cuesta bastante adaptarse a la ciudad, "sin espacios para pasear, ruidosa y con contaminación, no existen espacios verdes". Pero también agradece su parte buena, de la que dice: "Hay mucha calidad de vida, la colonia española es enorme y tienes de todo para poder elegir". A la hora de trabajar asegura que en España hemos aprendido a ir directos al grano. "En Marruecos primero se habla de la familia, de la salud y ¡hasta del mar y de los peces!", dice. Ni un año lleva Eduardo Ávila en Perú como director financiero de BBVA Banco Continental de Perú. Llegó en abril y un mes después se mudó su mujer con sus tres hijos. Una decisión muy meditada aunque ya tenía experiencia internacional, ya que estuvo destinado en Portugal. "Lo personal determina mucho a la hora de dar el sí", cuenta Ávila, que reconoce que sus tres hijos cruzaron el charco muy animados pero les ha resultado más difícil de lo esperado. "Les está costando mucho adaptarse, pero lo cierto es que tanto la colonia de expatriados españoles, como el banco y los peruanos se han volcado con nosotros. El idioma es el mismo, la religión... ¡si hasta hemos ido a los toros!", cuenta. La clase profesionalLa calidad del mercado laboral es, en su opinión, diferente a la española. "O la gente está muy bien formada o tienen un perfil muy bajo. No hay clase media... profesional", aclara. Un dato curioso: el pueblo peruano -o al menos el que ha conocido este financiero- no dice tacos. "Como nosotros hablamos tan mal, casi se asustan", dice. Pero también hay semejanzas, aunque no demasiado favorables. "Los horarios laborales son también muy largos, aunque el almuerzo es antes y dura menos tiempo", añade. Y lo tiene claro: "Si la familia no está bien, el proyecto fracasa. Quizá por eso la empresa la cuida tanto". Happy wife, happy life. Esposa feliz, vida feliz. Una frase típica de Canadá que se adapta como un guante a la vida de los expatriados, como Antonio de Santiago, director de la autopista 407 ETR en Canadá, gestionada por Cintra. Lleva cuatro años fuera de España, tres en Irlanda y uno en Toronto. En Dublín le tocó lo que denomina abrir país, que básicamente consiste en empezar de cero. Le tocó desde buscar un sitio con acceso a Internet hasta abrir una cuenta bancaria, una tarea de lo más complicada. "Poco más que nos tocó dar una carta de recomendación. Nadie conocía Ferrovial y fue muy duro, aunque gratificante", recuerda. Menos mal que en Canadá Ferrovial lleva desde 1999, así que no hizo falta carta de presentación. La parte negativa está clara: las seis horas de diferencia. "Cuando llego a la oficina, en España es la hora de comer, y eso complica las cosas", dice. Eso sí, los horarios canadienses son "deliciosos, a las 17:30 es como si hubiera caído una bomba atómica", reconoce.