La moda de las grandes sedes corporativas no contenta por igual a la empresa y los empleadosLa operación es 'redonda': ahorro de costes y diseño de un edificio que ejerce como marcamadrid/barcelona. "Usted, ¿dónde me dijo que trabaja?" "En la Ciudad Santander". "Pues a mí acaba de ficharme Telefónica, pero aún no me voy al Distrito C". Esta conversación no habría podido producirse hace unos años. De un tiempo a esta parte, se llevan las supersedes empresariales. Grandes complejos -normalmente a las afueras de ciudades como Madrid y Barcelona- en los que nunca faltan zonas verdes, gimnasio ni guardería. Pero ¿quién sale ganando, empresa o empleado? ¿Compensa trabajar en un sitio al que para llegar se tarda más de una hora? ¿Cómo se organiza una mudanza no sólo logística, sino que requiere un cambio de mentalidad por parte del empleado?Hasta ahora, al Distrito C se han mudado unos 6.500 empleados desde el pasado mes de septiembre. A un ritmo de traslados de entre 50 y 60 empleados diarios, en unos meses estarán instalados 14.000 trabajadores del grupo. "Antes de mudarse, visitan el que será su futuro lugar de trabajo y se les da un manual de bienvenida para que conozcan los servicios del recinto", aclaran desde Telefónica. Pero no es tan fácil. Este tipo de mudanzas tienen mucho de mentalizar a los empleados sobre todas las novedades que supondrá su nuevo entorno laboral. "Todo proceso de cambio conlleva algo de pérdida, incluso cuando el cambio es a mejor", apunta Diego Vicente, profesor de Comportamiento Organizacional del Instituto de Empresa.Vicente se muestra algo escéptitico: "Todo parece positivo en un principio. Pero conozco empleados que aseguran que ahoran trabajan más horas". Lo tienen todo más cerca y algunos tienen a sus hijos al lado, pero al mismo tiempo están más expuestos a las reuniones inesperadas. "Antes muchos tenían a sus jefes a unas cuantas paradas de metro", comenta divertido. Doce edificiosUna gran sede en el barrio de Méndez Álvaro es el proyecto de Repsol YPF, que contará con un espacio igual que el de cinco campos de fútbol y tendrá capacidad para más de 4.000 personas, el equivalente a los 12 edificios que la compañía tiene repartidos por toda la ciudad. "El único campus empresarial del centro de Madrid" es el eslogan que utiliza la petrolera. ¿Pero eso evitará esa sensación de pérdida de tiempo y espacio a la que se refiere Diego Vicente? Con esta tesis no está tan de acuerdo Paco Muro, presidente de la consultora de Recursos Humanos Otto Walter. "También puede verse de otra forma. En muchos casos la empresa proporciona un autobús para el desplazamiento de los empleados. Autobuses que tienen horarios fijos. Eso te obliga a salir a una hora", comenta. Lo que está claro es que la empresa se ahorra una buena cantidad de dinero con estas ciudades empresariales. Telefónica calcula que su Distrito C le supondrá un ahorro del 32 por ciento en consumo eléctrico en climatización y un 42 por ciento en consumo para control lumínico. Y Endesa, que también trasladó su sede hace tiempo, ha visto recortados sus costes un 15 por ciento, según apunta Mayte Fuentes, socia directora de Development Systems. "Es una manera inteligente de gestionar los activos de una empresa. Sacan liquidez con la venta de edificios y la invierten en la nueva sede. Otra cosa es la resistencia al cambio de algunos empleados. Y lo último que debe hacerse es protestar y echar la culpa al director de Recursos Humanos. Él no es el que lo ha decidido, también se traslada", aclara. Porque es este departamento el que carga con la mayor parte de los llantos de los menos convencidos. "Es el más sensible, porque acumula muchísima carga de trabajo y tiene que gestionar todas las quejas de los empleados", aclara Fuentes. La clave está, en su opinión, en diseñar unos planes de comunicación interna que sean capaces de lidiar con distintos temas, como las relaciones con los sindicatos o distintas cláusulas del convenio. Para Guido Stein, profesor de la escuela de negocios IESE, el diseño de estos nuevos edificios hace que cambien hasta los estilos de dirigir. "La propia condición de espacio abierto lo provoca", aclara.