
"Pasa, no, no pasa". Éste ha sido el estribillo de una jornada en la que la tensión se ha mantenido al límite hasta el último minuto. Al final no pudo ser: por cinco votos (156 síes contra 161 noes), el Senado decidió que la experiencia gubernamental de Prodi se había terminado.
A lo largo de la tarde se sucedieron las intervenciones de los representantes de los principales partidos.
No hubo sorpresas, pero sí momentos en los que la tensión se transformó en insultos. Como estaba previsto, un senador del Udeur (la minúscula formación
del ex ministro Mastella que ha puesto en crisis al Gobierno) anunció que se apartaba de su partido
al votar en favor del Ejecutivo.
Inmediatamente otro compañero arremetió contra él con insultos. La sesión tuvo que ser suspendida durante
unos minutos y el primero de los dos hubo de ser atendido por los servicios de urgencia debido a un desmayo.
Perspectivas inciertas
El problema ahora son las perspectivas a las que se enfrenta la política italiana en un momento particularmente
difícil para la economía internacional. El propio presidente
del Gobierno pidió, en el discurso que pronunció antes de que se votara la cuestión de confianza, que “se garantice al país la continuidad y un reforzamiento del Ejecutivo. Ruego a todos ustedes que confíen en el Gobierno para llevar a cabo un renovado proceso de reformas”. Ahora hay dos opciones que están cobrando fuerza, puesto que un nuevo encargo al mismo Prodi para formar Gobierno parece improbable, aunque sea posible.
Comicios anticipados
La primera es unas nuevas elecciones, que se celebrarían en primavera. En este caso el Gobierno permanecería en funciones para la gestión de los asuntos de trámite hasta los comicios. En favor de esta hipótesis se encuentra la oposición de centroderecha (puesto que le favorece al tener un mayor apoyo, según los sondeos) y la Udeur, que cuando negó la confianza a Prodi pidió la celebración de elecciones anticipadas. Sin embargo, muchos analistas la consideran una opción peligrosa por dos motivos.
El primero es de estricta actualidad: una crisis financiera internacional como la de estos días no es el mejor entorno para iniciar una campaña electoral en un país que no permanece ajeno a las turbulencias. En segundo lugar, la inestabilidad del Gobierno todavía en funciones se ha debido a una ley electoral que no facilita la gobernabilidad. Por este motivo ir a los comicios en este momento podría perpetuar la situación en la que hasta ahora se encontraba Prodi. Y todos, pese a sus diferencias ideológicas, opinan que Italia necesita un Gobierno estable.
De hecho, precisamente ayer, tras un encuentro entre el todavía primer ministro y un grupo de industriales,
éstos manifestaron a Il Sole 24 Ore su contrariedad por la celebración de comicios antes de aprobar una ley electoral.
Incluso la prensa internacional se encuentra en la misma línea: según el Financial Times, “lo que menos necesita ahora Italia son nuevas elecciones”.
Gran coalición
La hipótesis más probable es, de momento, la de un Gobierno de gran coalición (compuesto por políticos o por tecnócratas) que recoja el consenso necesario para llevar a cabo la reforma electoral. La desventaja de esta solución es que un Gobierno de este tipo no llevaría a cabo los cambios estructurales que necesita Italia. Además, el centroderecha podría no apoyar esta solución.