Fútbol

Sergio Ramos, capitán y azote de los entrenadores en el Real Madrid

    Ramos y Benítez , en pretemporada. <i>Imagen</i>: Reuters

    Javier Martín

    Sergio Ramos alzó este martes la voz para lanzar varias indirectas a Rafa Benítez. Lo hizo propósito de asuntos que le tocaban de forma directa y de otros que ni si quieran se referían al propio central del Real Madrid. El técnico criticó su error ante el Atlético y el futbolista replicó que quizá sus cambios tampoco habían sido muy acertados. Pero también le preguntaron por las declaraciones del entrenador sobre Cristiano ("Es irremplazable") y Ramos no se cortó. "Nadie es imprescindible y menos en el Real Madrid", dijo. Jama se calla lo que piensa. Forma parte de su personalidad, ésa que le hace ser capitán y azote de sus entrenadores, pesadilla de algunos de ellos como José Mourinho y amenaza incipiente (si no actual) para otros como el propio Benítez.

    El de Camas cree que la manera de ejercer la capitanía es ésa, esto es, lanzarse al ruedo siempre que sea necesario para defender sus intereses, los de la plantilla o los del Real Madrid (no necesariamente en este orden).

    Habla, critica y analiza todo lo que crea conveniente. Caiga quien caiga. Sufra quien sufra. Fue un estilo que inició cuando alcanzó el segundo escalón del liderazgo merengue. Las salidas de Raúl y Guti le dejaron el camino despejado para ser lucir brazalete con permiso de Casillas, durante un lustro su dueño absoluto.

    Iker prefería ejercer su rol en silencio y con prudencia. Ramos, todo lo contrario. Técnica del poli bueno y poli malo que se ha quedado sin su cara amable. Ahora ya sólo hay poli malo. Que se lo pregunten a Mourinho.

    'The Special One' protagonizó muchos enfrentamientos con él y lo hizo, además, siguiendo un corte muy similar al que ahora se ha producido con Benítez. Primero el entrenador mandaba un mensaje público contra Ramos (o contra algún otro jugador) y éste respondía para, inmediatamente, ser replicado de nuevo por el técnico. Y así en un bucle interminable que sólo se frenaba cuando alguno de los protagonistas quería parar.

    Curiosamente, y aunque Mourinho se marchó de malos modos de la capital, Ramos y el entrenador no terminaron del todo mal. Ese estilo directo y sin tapujos, gustaba al portugués, todo lo contrario que aquel que iba cargando por su espalda y que, según su versión, ejercía Iker Casillas.

    Luego llegó Ancelotti y con el italiano, lejos de haber diferencias, hubo pleitesías entre uno y otro. El buen rollo y la mano derecha del italiano calmaron al central, quien apenas protagonizó ninguna polémica con su ahora ex técnico. Benítez, sin embargo, es harina de otro costal.

    A los futbolistas no les gusta sus insistencia en corregirles o algunas actitudes públicas. Éstos y otros encontronazos han provocado que apenas mes y medio de empezada la competición ya haya surgido el primer cruce de declaraciones entre uno y otro. Ahora Benítez ya sabe contra quién se las juega y como se las gastan en el vestuario blanco, liderado por un capitán al que no le tiembla el pulso cuando decide que tiene que ser azote de sus entrenadores.