Firmas

La 'serpiente del verano': los políticos


    Ana Samboal

    El verano suele ser tedioso y complicado en una redacción. Los periodistas que se quedan a cubrir las vacaciones normalmente se las ven y se las desean para seleccionar información, si no relevante por lo menos interesante, con la que llenar las páginas de un periódico o los minutos de radio o televisión asignados.

    Suele haber reportajes en el cajón que en el estío tienen la suerte de ver la luz, pero a mediados de julio ya se han agotado. Así que lo mejor que te puede pasar es que surja lo que en el argot de la profesión llamamos 'serpiente de verano'. En muchos casos es una noticia más o menos banal, pero con el suficiente morbo o interés para que, estirándola como un chicle, dé los suficientes titulares jugosos hasta que llega septiembre.

    Otras veces es una catástrofe natural que, lamentablemente, provoca grandes desgracias. Uno y otro caso, cuando el mundo deja atrás la galbana bajo la sombrilla de agosto y vuelve a rodar, se desvanecen como el fantasma de las vacaciones pasadas. Este año amenaza con ser la excepción.

    Esta vez, los protagonistas de la serpiente del verano son nuestros políticos. Sus dimes y diretes, las más de las veces superfluos y vacíos de contenido, no sólo han hecho correr ríos de tinta y amenazan con seguir haciéndolo, sino que además han fastidiado el descanso a más de uno que, a buen seguro, se la tendrá jurada. Pero no por eso muestran visos de desaparecer, todo lo contrario. Con más responsabilidad o culpa unos que otros, pero todo apunta a que van a reventarnos también Navidad. A este paso, acabaremos por tomárnoslo a broma, que va mucho con el carácter español.

    Para los votantes, es una forma de desahogarnos como cualquier otra. Para ellos, puede ser peor que el estigma de la corrupción. No debe haber nada peor, cuando alguien se cree tan importante, que ser el blanco de las bromas del día de los Inocentes. Pero ni por esas se planteará una sola dimisión. ¡Ese sí que sería un buen titular!