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La metástasis griega: ¿son las CAC un farol de Atenas?

    Imagen de Thinkstock.


    Tan solo unos pocos días después de acordar el segundo plan de rescate y poner encima de la mesa la friolera de otros 120.000 millones de euros, Grecia vuelve a ser motivo de quebraderos de cabeza para la comunidad financiera internacional, y no solo porque ya se esté hablando de la necesidad de una nueva entrega de la saga ¿Salvad a Grecia III?, sino por un tema mucho más inquietante. Algunos avispados ya barruntaban que algo ocurría al ver que, tras la macroinyección de liquidez del BCE, el bono portugués a 10 años, lejos de relajarse seguía subiendo otro 0,73%.

    El epicentro de esta nueva réplica del ya cansino terremoto griego tiene su foco en una nueva combinación de tres letras, CAC o siglas de Cláusulas de Acción Colectiva, y las implicaciones que estás tienen en los seguros ante quiebras de países, conocidos como CDS o Credit Default Swaps. Las CAC suelen ser parte de la letra pequeña de las emisiones de deuda, cuando las hay, y sirven para poder cambiar las condiciones de un préstamo si una mayoría significativa de los acreedores lo aceptan... ¿voluntariamente?

    La gran ventaja de estas cláusulas es que te permite reestructurar todo lo que debes, sin que te llamen moroso (haya default) y sin que los que te hayan avalado tengan que hacer frente al pago de las contingencias de esos seguros (¿CDS?) que ascienden, como poco, a unos 68.000 millones de euros. Una enorme suma de dinero para los bancos que los hayan vendido.

    El Parlamento griego, consciente de las bondades de las CAC, se ha animado a aprobarlas e incluirlas con carácter retroactivo en las emisiones de su deuda pública. Con ello, conseguiría forzar a todos los inversores a aceptar unas nuevas condiciones para pagar lo que debe. En condiciones normales, la respuesta de la comunidad financiera sería contestar que voluntariamente no aceptan eso ni en broma, y más aún si tienen seguros comprados.

    No obstante, son conscientes de que acaban de recibir por segunda vez una mastodóntica inyección de liquidez por valor de más de 500.000 millones de euros, y que esta vez y por temas políticos toca perder.

    Las entidades sin división bancaria han dicho que eso no vale, y han ido a protestar a la ISDA, órgano conformado por diez bancos junto a cinco grandes fondos de inversión, que es el encargado de determinar si existe un default y, por lo tanto, si hay que empezar a pagar los seguros. Si no se convence a este grupo de irreductibles que, como no han participado de la fiesta de la liquidez que ha ofrecido el BCE no están dispuestos a aceptar voluntariamente pulpo como animal de compañía, tocará pagar.

    Para que se me entienda claramente, es probable que Atenas se esté tirando un farol con las CAC y no las aplique, pero si decide hacerlo, la ISDA estará entre la espada y la pared. Tendrá que elegir entre obligar a pagar los seguros griegos, siendo conscientes de que Portugal podría ser el siguiente, o decir que los seguros financieros y la seguridad jurídica de la deuda pública no valen para nada.

    Entonces, el cáncer se extiende a todos los países periféricos. Habría metástasis con implicaciones para España, Europa y podría llegar a afectar a bancos en Estados Unidos. La quimio del BCE volverá a ser fundamental para frenar el tumor heleno.

    Juan Ramón Caridad, director general de Swiss&Global España.