Raúl Castro, que asumió el domingo la Presidencia de Cuba, deberá encarar los desafíos de encabezar la transición generacional, sacar a la economía de la postración, hacer ajustes políticos y consensos para garantizar la continuidad de la revolución que heredó de Fidel.
Tras 19 meses de gobierno provisional por la crisis de salud de su hermano Fidel Castro, Raúl tuvo tiempo de auscultar la economía, ponerle el termómetro a la sociedad, revisar su nómina de dirigentes e identificar problemas y posibles soluciones.
Se trata de hacer los cambios necesarios, incluso "estructurales", aunque "poco a poco", a paso seguro y con los recursos en la mano, según aclaró.
En su mensaje de renuncia a la reelección, publicado el martes, Fidel advirtió que en el nuevo Parlamento "se deben adoptar acuerdos importantes para el destino" de la revolución.
En torno a esas medidas, aún en el misterio, Raúl Castro dijo en diciembre que "hay que forjar consensos para determinar lo más racional y conveniente" a ejecutar.
Las reformas económicas que procesan los expertos de las Fuerzas Armadas -comandadas por Raúl- y las autoridades civiles, aún deben ser sancionadas por el Parlamento, pero la dirección ya está precisada.
"En la nueva era que vivimos, el capitalismo no sirve ni como instrumento", dijo Fidel en una "reflexión" en enero, en línea con lo dicho por Raúl Castro en diciembre: los cambios son para "perfeccionar nuestro socialismo".
El tema más urgente es el de la agricultura y la producción de alimentos, pues además de alza de los precios internacionales, Raúl advirtió la necesidad de que los avances "se reflejen lo más posible en la economía doméstica, donde están presentes carencias cotidianas".
El flamante presidente llamó a poner "la tierra y los recursos" en manos de quienes producen con eficiencia, lo que colocó sobre el tapete el tema de la propiedad, mayoritariamente estatal, y las implicaciones políticas que significa el traspaso a privados.
"La agricultura no es una isla, lo que pase ahí se reflejará en otros sectores", dijo una economista, mientras académicos ven una relación estrecha entre cambios económicos y ajustes políticos.
"La próxima legislatura tiene que acometer el doble reto de permitir a cada cubano prosperar por su propio esfuerzo sin necesariamente sacrificar las conquistas revolucionarias colectivas y el de crear los espacios públicos de diálogo y deliberación", dijo a la AFP el politólogo cubano Carlos Alzugaray.
La gente espera con ansiedad las nuevas disposiciones, y corren diversos rumores sobre aquellas que eliminen lo que Raúl llamó "exceso de prohibiciones y medidas legales".
"Nadie aquí es mago, ni puede sacar recursos de un sombrero", aclaró el gobernante, apoyado por su antecesor y hermano mayor al advertir que "algunos compatriotas esperan milagros".
La sustitución del fuerte liderazgo de Fidel y el tránsito generacional en curso es un problema complejo reflejado por los llamados a la "unidad" en torno al Partido Comunista (PCC), del "sucesor" de Castro.
En Cuba se "mantendrá la unidad y el consenso en torno al Partido como forja indestructible de la nación cubana", subrayó el diario oficial Granma el miércoles.
La generación de Fidel y Raúl Castro, que inició la revolución, hoy se mueve entre los 75 y los 83 años y ya comenzó a ceder algunos puntos principales del poder. Algunos de la vieja guardia de la revolución han ido quedando fuera del Parlamento y el Consejo de Estado.
Para el sociólogo Luis Suárez, el nuevo equipo del poder tendrá que manejarse desde ahora en la creciente contradicción entre los que quieren reformar "el socialismo cubano" y los que se resisten.
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