Miguel Angel Mondelo
Madrid, 16 oct (EFECOM).- El desembarco de los grandes grupos constructores en las principales compañías energéticas, rematado hoy con la entrada de Sacyr Vallehermoso en el capital de Repsol YPF, responde, salvo en el caso de Acciona y Endesa, a una conjunción de intereses.
Las constructoras necesitan diversificar sus negocios y buscar actividades con una rentabilidad sostenida ante el enfriamiento del "boom inmobiliario".
Las empresas energéticas, por su parte, buscan crear núcleos accionariales estables con el suficiente tamaño para evitar operaciones de compra hostiles.
El detonante, una vez más, ha sido la opa lanzada sobre Endesa por el grupo alemán E.ON, una operación que ha mostrado la vulnerabilidad de las grandes empresas españolas, sobre todo al hacerse palpable que la Comisión Europea (CE) no permitiría trabas normativas.
Con la "acción de oro" derogada, las posibilidades de defensa eran mínimas, teniendo en cuenta que la legislación española dificulta la creación de núcleos accionariales estables.
El punto clave es el Real Decreto que limita los derechos políticos de las sociedades que cuenten con participaciones significativas en más de una empresa considerada operador principal del sector energético.
Distintos responsables empresariales inciden en que, hasta ahora, eran escasas las sociedades españolas que podían tomar participaciones relevantes en compañías del tamaño de las grandes eléctricas o petroleras: los dos grandes bancos -Santander y BBVA-, y algunas cajas de ahorros -La Caixa y Caja Madrid-.
Si se obliga a estos grandes inversores a participar únicamente en una empresa energética, las posibles combinaciones se reducen drásticamente; y mucho más si algunos de ellos apuestan por deshacer posiciones en el sector industrial.
Esta trágica ecuación se ha roto tras la irrupción en el sector energético de las constructoras, empresas con abundante liquidez y con posibilidades de financiar la compra de participaciones en las mayores compañías energéticas.
En este negocio las dos partes ganan: las constructoras entran en negocios de mayor rentabilidad y menos cíclicos que el suyo tradicional, y las energéticas se protegen de operaciones hostiles.
Antes de que ACS entrara en el capital de Iberdrola se habían disparado los rumores sobre una eventual opa hostil por parte de un gran grupo europeo, rumores que convertían a Repsol YPF en víctima propicia para petroleras de mayor tamaño.
La prueba de esta conjunción de intereses es que la entrada de las constructoras se ha hecho de forma amistosa, salvo en el caso de Acciona en Endesa, donde la situación es más compleja por el pulso que mantienen Gas Natural y E.ON.
Según coinciden en afirmar numerosos responsables del sector energético, "la partida no ha hecho más que empezar", ya que persisten los interrogantes.
En el caso de Endesa, las dos opas, la de Gas Natural y la de E.ON, están paralizadas por orden judicial, lo que da pie a la entrada de nuevos jugadores, el último Acciona.
En cuanto a las posiciones de ACS en Iberdrola y Unión Fenosa, la incógnita a despejar es si la historia terminará en boda, es decir en fusión.
Para avanzar en ese camino es necesario un cambio normativo que no penalice los intentos de integración, una condición que está en el alero tras las últimas declaraciones, no siempre coincidentes, de los responsables gubernamentales. EFECOM
mam/jla
Relacionados
- Economía/Empresas.- El Gobierno asegura que la nueva ley de OPAs protegerá los intereses de los accionistas minoritarios
- Reserva Federal mantuvo intereses por ralentización económica
- Detrás del conflicto hay intereses turísticos, según ministro
- COMUNICADO: Cohen & Steers adquiere el 50% restante de los intereses de Houlihan Rovers
- Sólo una de cada cuatro empresas aplica intereses de demora