César R. Díaz
Toronto (Canadá), 13 jun (EFECOM).- En un intento de salir de la grave crisis financiera a la que se enfrenta, el grupo Ford está dispuesto a retrasar las agujas del reloj 20 años y volver al mismo punto en el que se encontraba justo antes de empezar a comprar marcas europeas.
Es una estrategia básica de los derrotados en el campo de batalla. Retirarse mientras se pueda, minimizar las pérdidas, reagruparse y plantar batalla otro día.
Es la estrategia por la que ha optado Ford tras perder 12.700 millones de dólares en el 2006, una hemorragia que amenaza su propia existencia si no se ataja pronto.
Para Ford, sus marcas europeas -Jaguar, Land Rover y Volvo, el llamado Premier Automotive Group (PAG)- son desechables, especialmente si garantizan la supervivencia del núcleo central de lo que es la compañía, las marcas Ford, Lincoln y Mercury. Y no es que su salida no vaya ser dolorosa.
De momento, Ford ya se ha desprendido de la marca más pequeña y con menos opciones de futuro de su conglomerado, Aston Martin.
En marzo de este año, Ford señaló que la exclusiva marca británica había sido vendida casi en su totalidad a un grupo de inversores británico-kuwaitíes por alrededor de 925 millones de dólares.
Ford se hizo con Aston Martin -una marca conocida como la "proveedora" habitual de los coches que maneja el carismático agente 007 en las películas de James Bond-, en 1987 cuando la industria estadounidense del automóvil vivía el apogeo alimentado por gasolina barata y gigantescos SUV.
En los siguientes años, Ford adquiriría las también británicas Jaguar (1989) y Land Rover (2000) así como la sueca Volvo (1998).
Pero los años de la euforia han durado poco y Ford necesita efectivo para encarar la profunda reestructuración de sus operaciones en Norteamérica que le permitirá subsistir.
Algunos analistas consideran que Ford puede conseguir unos 8.000 millones de dólares por Jaguar y Land Rover y otros 7.000 millones de dólares por Volvo. En total 15.000 millones de dólares que Ford sumaría a los 23.000 millones en efectivo que tiene en la actualidad.
En las últimas horas, Ford confirmó que ha solicitado los servicios de dos bancos de inversiones, Goldman Sachs y Morgan Stanley, para aconsejarle sobre las opciones de venta de las dos marcas británicas y buscar posibles compradores.
Además, hoy el periódico "The Detroit News" señaló que Ford está considerando la venta por separado de la otra marca del Premier Automotive Group, Volvo, lo que daría por terminada la aventura empezada hace dos décadas.
El rotativo señaló que fuentes de Ford están decididas a desprenderse de las dos marcas británicas incluso si eso significa tener que asumir pérdidas.
Según el periódico, el nuevo consejero delegado de Ford, Alan Mulally, teme que las marcas europeas, incluida Volvo, distraigan a sus ejecutivos de la tarea de arreglar los problemas a los que se enfrenta el fabricante en Estados Unidos.
Según una nota a inversores del analista de Citigroup Jon Rogers, "un intento de vender las divisiones Jaguar y Land Rover podría ser beneficioso para la compañía dado que no son esenciales para las operaciones globales de Ford y el dinero de la venta podría ser utilizado para acelerar la reestructuración en Norteamérica".
Pero los analistas también añaden que la venta de Volvo puede ser más complicada ya que el nivel de integración de las operaciones de la marca sueca con otras marcas del grupo Ford es considerable.
En la misa nota, Rogers indicó que "la venta de Volvo no tiene tanto sentido dado el énfasis de Ford en separarse de camionetas y la mezcla (de productos) de la marca centrada en coches de pasajeros".
Muchos, por no decir la mayoría, de los vehículos de Volvo están producidos con la misma plataforma utilizada en coches de Ford. Es el caso del Volvo S80 y el Ford Mondeo, que la marca del óvalo azul comercializa con éxito en Europa.
Además, Volvo y Ford están desarrollando de forma conjunta la plataforma para la nueva generación de CUV "cruzados", un tipo de vehículos en los que Ford se está jugando su futuro. EFECOM
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