
Juan David Leal
México, 12 jun (EFECOM).- La ambición de una empresa mexicana de consolidarse como uno de los mayores productores de cobre en el mundo la llevarán en los próximos años a realizar un mega proyecto minero sobre un desierto, cuyo único vecino son las ballenas que cada año llegan a una gran laguna de Baja California a aparearse.
A 70 kilómetros al norte del pueblo de Guerrero Negro, una pequeña población que creció gracias al desarrollo de la mayor salina del mundo, y en medio del árido desierto del estado de Baja California (noroeste), iniciaron hace unos meses los primeros trabajos de la que será la segunda mina de cobre más importante del país después de "La Caridad", en Sonora (norte).
En "El Arco", un proyecto minero de tajo abierto que iniciará operaciones en 2012, la compañía Grupo México pretende invertir 1.750 millones de dólares, 1.600 millones de los cuales irán al desarrollo de la mina, y 150 millones restantes para la construcción de una planta eléctrica por concesión.
Abordo de barcazas la minera trasladará los concentrados de cobre por mar hacia una planta ubicada en el municipio de Guaymas, en el estado de Sonora, y transportará el cátodo por tierra hasta la norteña ciudad de Tijuana, para su exportación.
"Es una zona del país en la que no hay nada, así que tenemos que desarrollar toda la infraestructura, incluida la de energía eléctrica. Se tienen que poner plantas de generación eléctrica a base de diesel o combustóleo", afirma el presidente de Minera México, la unidad de minas de Grupo México (GM), Xavier García de Quevedo.
Además de la electrificación "vamos a construir infraestructura básica como tuberías de agua potable, caminos, casas, escuelas y centros de salud", destaca el ejecutivo.
La empresa estima que en 2012 El Arco estará en capacidad de producir 50.000 toneladas de cobre metálico (cátodos), y 140.000 toneladas de concentrados de cobre.
GM ha explorado totalmente el yacimiento y calcula que existen en el lugar un total de 1.016 millones de toneladas de reservas de mineral con una concentración de 0,55% de cobre.
La realización de la explotación implica varios retos, como el hecho de que en la zona el agua dulce es muy escasa y la mayoría de los procesos de cobre consumen grandes cantidades de líquido a través del procedimiento de la flotación selectiva.
Mediante este proceso, una vez trituradas y seleccionadas las rocas con los minerales extraídas del yacimiento, se sumergen en agua y se aplican reactivos al líquido que obligan al cobre a flotar a la superficie.
Por ello, GM instaló una serie de plantas "piloto" en la zona de El Arco para realizar pruebas metalúrgicas y tratar los yacimientos con agua de mar, las que resultaron "muy satisfactorias", según el directivo de la empresa.
La minera mexicana retrasó varios años los trabajos en esta zona del país "porque los precios del cobre no pagaban para desarrollar este yacimiento", explica García de Quevedo.
Sin embargo, con los precios del cobre actuales y las proyecciones a futuro "estimamos que es un proyecto de los pocos que hay en el mundo ya totalmente probados y con costos de operación muy razonables", indica.
Los cálculos financieros apuntan a que incluso con precios de 1,2 o 1,5 dólares por libra de cobre se podría desarrollar este proyecto, si bien actualmente se sitúan en alrededor de 3,4 dólares por libra.
Mientras la trasnacional mexicana espera los permisos y las aprobaciones necesarias para empezar con las obras subraya que los primeros estudios de impacto ambiental "son positivos".
"No va a haber deposición de residuos, contaremos con una represa de jales (residuos de mineral sin valor económico)", sostiene García de Quevedo y argumenta que quien "no opere en el futuro con la filosofía del desarrollo sustentable no podrá hacer nuevos proyectos".
La empresa asegura que no afectará el mar porque utilizará las instalaciones portuarias de Santa Rosalía, una población ubicada sobre la costa del Golfo de California, a varios cientos de kilómetros de la zona en la que se erigirá la mina.
La firma minera no descarta que reciba presiones de grupos ambientalistas, los cuales lograron en 2000 bloquear una expansión de la empresa Exportadora de Sal (ESSA) en la laguna de San Ignacio, en Baja California Sur, porque supuestamente afectaría a las ballenas que migran a las aguas tibias de esta parte de México para reproducirse y tener a sus crías.
Grupo México es la segunda compañía con mayores reservas de cobre en el mundo, y en 2006 vendió 632.873 toneladas de este mineral. EFECOM
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