Empresas y finanzas
El veredicto, los estadounidenses prefieren el iPhone al Volt
César R. Díaz
Detroit (EEUU) 10 ene (EFECOM).- Los norteamericanos prefieren el iPhone de Apple al Chevrolet Volt de General Motors. Este es el contundente veredicto que la sociedad estadounidense ha entregado mientras se celebran las dos mayores ferias del automóvil y la electrónica.
Hace pocos años, la presentación del vehículo eléctrico Volt de General Motors habría dominado durante días las portadas de los medios de comunicación en Norteamérica y los nuevos modelos de coches presentados por Detroit serían el centro de conversación en oficinas y bares.
Pero estamos en el siglo XXI y todo ha cambiado.
Hoy, un día después de que los grandes fabricantes de automóviles terminasen de mostrar sus mejores bazas para el futuro en el Salón Internacional del Automóvil de Norteamérica (NAIAS), la portada de los periódicos no está dedicada a uno de esos agresivos coches.
La portada se la ha llevado un teléfono móvil.
Para la sociedad estadounidense, hoy en día, el iPhone de Apple y Steve Jobs es mucho más atractivo que el Chevrolet Volt de General Motors y Rick Wagoner.
No es que la novedad de GM, en el pasado símbolo del poderío económico e industrial de Estados Unidos, haya pasado desapercibida, pero desde luego no ha tenido la resonancia del iPhone.
Algo similar ha pasado con las dos grandes muestras que se celebran estos días en Estados Unidos. En el frío, feo y socialmente problemático Detroit, NAIAS; en la soleada, lúdica y boyante Las Vegas, la Feria Internacional de la Electrónica (CES).
Las Vegas le ha ganado la mano a Detroit, un año más.
Es curioso que las dos mayores novedades de NAIAS hayan sido productos electrónicos. Además del Volt -un vehículo que GM se rechaza a catalogar como híbrido porque el motor de combustión que tiene no sirve para propulsar el coche sino para recargar las baterías- Ford ha presentado Sync.
Y por si no fuera suficiente para el malherido orgullo de Detroit, NAIAS y el sector del automóvil estadounidense, Ford tuvo que echar mano de Microsoft y su fundador, Bill Gates, para presentar el sistema que permitirá conectar aparatos electrónicos como el iPod o el iPhone a los coches.
No sólo Alan Mulally -el nuevo consejero delegado de Ford- tuvo que recurrir a Gates para intentar elevar el interés por Sync sino que el fundador de Microsoft lo hizo desde Las Vegas, a través de una videoconferencia. La gente del mundo de la electrónica claramente no quiere poner un pie en Detroit.
Detroit tiene mucho trabajo por delante. No es sólo una cuestión de eliminar miles de puestos de trabajo para reducir pérdidas y volver a los números negros, darle una nueva mano de pintura a sus prototipos o hablar más que nunca de preocupaciones medioambientales.
El sector y Detroit necesitan hechos.
El Volt puede ser un revolucionario vehículo, capaz de cambiar radicalmente la forma en que los norteamericanos se relacionan con el medioambiente que les rodea.
El problema es que es sólo una promesa, otra promesa más. Wagoner ya advirtió que el Volt tenía un pero. Necesita que la tecnología de baterías mejore para que pueda ser una realidad.
En el otro lado, iPhone si es una realidad. En pocas semanas, los consumidores podrán ir a una tienda, tocar el artilugio y llevárselo a casa.
Mientras esto no cambie, la imagen de los vendedores de automóviles seguirá siendo la del agresivo encantador de serpientes, pelo engominado, bigotito y sonrisa falsa que desgraciadamente se ha convertido en la estereotípica caricatura del sector.
Durante años, Detroit ha prometido vehículos eléctricos, vehículos de hidrógeno, un futuro verde y menos dependencia del petróleo. Las empresas gastaron centenares de millones de dólares en proyectos que nunca acabaron bien mientras seguían poniendo a la venta gigantescos vehículos con insaciable apetito.
Hasta que llegaron los japoneses. Cambiaron las reglas del juego y ofrecieron vehículos híbridos que, sin ser la solución final para los doloridos bolsillos de los conductores, al menos ofrecen una posibilidad intermedia hasta que esos grandes sueños se materialicen.
La historia de Las Vegas y Detroit es la de la diferencia entre realidad y fantasía. EFECOM
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