La presidenta podrá poner y quitar directivos y tendrá plenos poderes sobre contratos y gastosElegirá a dos consejeros para que formen parte del nuevo órgano de Gobierno de la instituciónmadrid. El Gobierno ha reforzado el poder de Maite Costa en la Comisión Nacional de la Energía, tal y como adelantó elEconomista el pasado 17 de octubre, otorgándole una quincena de nuevas funciones que darán a la institución un aire más presidencialista, frente al actual sistema de decisiones colegiadas de sus nueve consejeros.El Consejo de Ministros del pasado viernes dio luz verde a un Real Decreto -que se conoció íntegramente ayer- y que ha desatado una auténtica batalla campal en el seno del Consejo de Administración de la Comisión Nacional de la Energía.La decisión de crear un sanedrín de elegidos dentro del mismo Consejo no ha sentado nada bien entre los empleados, ni entre los consejeros que han reclamado ya una reunión para estudiar los pormenores de este reglamento.Según el Real Decreto que ha elaborado el Ministerio de Presidencia, en el seno del Consejo de Administración se formará una Comisión de Gobierno que presidirá Maite Costa e integrará además a otros dos vocales designados por la propia presidenta, tal y como ya indicó este diario. La composición de este sanedrín no tiene, en principio, filiaciones políticas, por lo que la presidenta podrá optar sin ningún problema por los vocales más cercanos a sus tesis para poder obrar con manga ancha dentro de la institución.La Comisión de Gobierno tendrá atribuido el poder de nombrar al personal directivo de la Comisión y "podrá asistir al presidente de éste en el ejercicio de sus competencias propias", lo que según algunas fuentes consultadas puede permitir una caza de brujas entre los directivos que no sean afines a la presidenta y a sus dos consejeros.Con esta decisión, el máximo órgano de Gobierno pasará a tener unos consejeros de primera y otros de segunda, y al tiempo queda prácticamente vacía de contenido la labor del vicepresidente de la institución, Fernando Martí, que ayer fue el primero en alzar la voz. La CNE dejará también de tener que someter las circulares que envía a las compañías energéticas al informe de la Abogacía del Estado y del Ministerio de Industria y le sobrará simplemente con la aprobación de su asesoría jurídica.Este Reglamento de la CNE podrá a su vez desarrollarse en un Reglamento de Régimen Interior, que se tendrá que publicar en el BOE, sin necesidad de consultar como se hacía antes con el Ministerio de Industria, con el de Administraciones Públicas, con el de Economía y con el de Hacienda, lo que otorga a la institución una amplia discrecionalidad a la hora de fijar su propio funcionamiento.El Real Decreto, al menos, recoge que se deberá dar cuenta al Consejo de administración de cualquier decisión o resoluciones que se hubiesen adoptado por delegación y fija como puntos que no se pueden ceder la emisión de circulares, la aprobación del Reglamento de Régimen Interior, la aprobación del anteproyecto de presupuestos, el informe previo al nombramiento del secretario del consejo y las competencias, que por rango de ley, no se pueden delegar.Poder económicoLa presidenta dispondrá también de un amplio margen para la firma de contratos y convenios, así como para la gestión económica de la institución que pasará a depender de ella o en el caso de que delegue en el vicepresidente, vocales del consejo y ahora hasta en los directores generales.Por último, el acceso a puestos directivos y cuáles serán considerados de este rango se desarrollará en el Reglamento que tiene que seguir a este decreto. La suerte está echada. Sólo queda ver si a partir de ahora habrá cambios en el organigrama de la CNE.