La recuperación económica y el resurgir del mercado inmobiliario, unido a la necesidad de los bancos de captar clientes para mejorar sus resultados, está provocando una bajada de precios continuada y, cada vez más agresiva, de las hipotecas. Las entidades no quieren desaprovechar la oportunidad de negocio que supone el nuevo auge del ladrillo, sobre todo a futuro, porque la guerra que libran desde hace, al menos, tres años ha llevado a que buena parte de los créditos no cubra los costes de capital. Ya alertó de esta práctica poco saludable hace tiempo el presidente del Sabadell, Josep Oliu. Esta paradójica situación se produce por la caída del euribor a unas tasas negativas históricas, un terreno en el que permanecerá hasta el próximo año. Solo cuando el euribor comience a escalar, la estrategia de vender hipotecas baratas, que hoy generan pérdidas, tendrá valor. Y cuanta más sea la subida de este indicador que fija la mayor parte de los créditos, más rentabilidad conseguirán las entidades. En la actualidad, los diferenciales sobre el euribor que ofrece el sector se sitúan en el 0,99 por ciento, pero la ofensiva de BBVA de los últimos meses en este segmento hace presagiar promociones más atractivas por parte de sus competidores. El segundo mayor banco del país acaba de lanzar el préstamo más barato del mercado al situar el precio en euribor más un 0,89 por ciento a partir del segundo año, un movimiento que se sucede al realizado hace más de un mes, cuando comenzó a vender créditos que cubrían el 100 por ciento o, incluso más, del valor de la vivienda. La guerra, que está dando pasos a un verdadero calentón del mercado, está beneficiando enormemente a los clientes que quieren adquirir un piso, pero en esta batalla por atrapar usuarios es necesario que las entidades sean sumamente prudentes, porque si el euribor tarda más de lo previsto esta política puede acarrear consecuencias muy negativas. Y la experiencia de la burbuja obliga a que no vuelvan a cometerse los mismos errores.