El borrador del plan de asignaciones puede obligar al grupo siderúrgico a paralizar la ampliación del horno alto de GijónMADRID. La industria siderúrgica está muy pendiente estas semanas de cómo quedará el definitivo plan de asignaciones de CO2 del periodo 2008-2012 para poder poner en marcha o paralizar sus planes de inversión. De momento, los fabricantes de acero no esta de acuerdo con el borrador de Kioto II. Mientras que el sector ha solicitado 13,16 millones de toneladas de emisiones anuales, el Ministerio de Medio Ambiente ha asignado inicialmente 11,6 millones de toneladas. Si esta propuesta fuera definitiva, la diferencia entre las previsiones de la industria siderúrgica y la Administración, 2 millones de toneladas, tendría que comprarse en el mercado. Como la tonelada de emisiones de CO2 cuesta más de 10 euros en el mercado, la factura adicional para el sector sería superior a los 20 millones de euros.Coste adicionalEl problema de este desembolso anual es que dejaría con menos dinero a la industria siderúrgica para otros proyectos. El sector prevé planes de inversión hasta 2010 para aumentar la producción actual de 17,8 millones de toneladas a 22 millones de toneladas.Uno de estos proyectos estrella es la ampliación del horno alto de Gijón (Asturias), que tiene previsto realizar Arcelor-Mittal. "El grupo podría anular esta inversión si continúa esta diferencia de valoración entre la Administración y el sector siderúrgico", explican fuentes del negocio del acero.El macroproyecto de la compañía siderúrgica supone una de sus mayores inversiones en Asturias, que podría superar en conjunto los 200 millones de euros. Una vez finalizada la ampliación del horno alto de Gijón, la producción aumentaría y se garantizaría la vida útil de la factoría hasta el año 2050.Para MCA-UGT, "una asignación menor a la prevista por el sector siderúrgico supondría lastrar la competitividad y la capacidad de crecimiento del negocio. También perdería eficiencia ya que pondría en cuestión inversiones previstas y comprometidas, lo que a la vez podría derivar en pérdida de empleos y deslocalizaciones de producción".A estas alturas de la negociación, Unesid, la patronal siderúrgica española, ya ha presentado las alegaciones al borrador y está a la espera de la respuesta de la Administración. En un primer momento, tanto el Ministerio de Industria como el de Medio Ambiente consideran que sus cálculos están bien pero la industria siderúrgica española confía en llegar a un acuerdo. En el peor de los casos -que se confirmara este borrador de asignaciones-, el fantasma de la deslocalización volvería a rondar a la siderurgia nacional. Cuando se negoció Kioto I para los años 2006-2007, el por aquel entonces consejero delegado de Arcelor, Guy Dollé, avisó de que la aplicación del Protocolo podría obligar a deslocalizar hornos altos, que representan para Arcelor más de 24.000 empleos en Europa. Dollé aseguraba que no le quedaría más remedio que comprar el acero a Rusia o a Brasil, países que no están suscritos al Protocolo de Kioto y en los que Arcelor poseía factorías.Mayor deslocalizaciónAhora, tras la integración de Arcelor-Mittal, no se sabe todavía la opinión oficial del nuevo consejero delegado, Roland Junck. La situación de peligro de deslocalización es todavía peor que hace tres años porque, en el peor de los casos, Arcelor-Mittal podría dejar de producir acero en hornos altos de la Europa Occidental y comprarlo en más países: a la lista anterior se añadirían India y Kazajistán. Aquí también tiene factorías y tampoco debe de rendir cuentas de sus emisiones medioambientales.