El Ballet del Teatro Mariinsky inaugura la temporada con 'El Corsario'Aunque durante casi todo el siglo XX se le conoció como el Ballet Kirov, son muchos los nombres que ha tenido esta agrupación, emblema del florecimiento de la prestigiosa escuela rusa. Desde 1992, con el fin de la era soviética, se ha vuelto a llamar Ballet del Teatro Mariinsky, pero sigue siendo en esencia el mismo Kirov en el que brillaron Nijinsky, Fokine, Nureyev, Baryshnikov y Makarova, y que se encarga de difundir y mantener vivo el repertorio que para ellos creó el genio del marsellés Marius Petipa. Justamente con El Corsario, una obra rara de este coreógrafo, aterrizarán en el madrileño Teatro Real, inaugurando la nueva temporada del escenario capitalino. El Teatro Mariinsky de San Petersburgo se erigió en 1860 para albergar a la compañía de ópera y ballet que la emperatriz Petrovna había creado en 1742. El carácter monumental de sus propuestas respondía directamente a sus esfuerzos para complacer al zar. Durante el siglo XIX, los rusos encontraron más que apropiados los modos espectaculares alcanzados por el ballet académico francés, cuyos orígenes también eran cortesanos. En 1847 contrataron a Petipa como principal bailarín, pero el recién llegado pronto empezó a desarrollar sus inquietudes como coreógrafo e inició una hegemonía que se extendería a lo largo de 40 años y llevaría al ballet clásico hasta cimas insospechadas de perfección técnica y espectacularidad teatral. La bayadera (1877), La bella durmiente (1890), El Cascanueces (1892), Raymonda (1898) y las revisiones de obras como El Quijote, El lago de los cisnes y Giselle son algunos de esos títulos que se quedaron en el repertorio como obras claves. Petipa, que contaba con unos bailarines de un nivel por encima de la media, comenzó a crear pasos cada vez más complicados, que exigían unas destrezas a veces inhumanas. Fue con él que arrancó la devastadora tradición de los 32 fouettés (vueltas que da la bailarina sobre su eje manteniendo el equilibrio apenas con un pie en punta) que eran contados por el público en voz alta. Las que no llegaban eran desterradas al olvido.El Corsario tuvo una gran aceptación en su tiempo. Se había estrenado en el Teatro alla Scala de Milán, en 1826, y tuvo una importante versión en la Ópera de París, en 1856. Sin embargo, pasó a ser relevante cuando lo retomó Petipa, en San Petersburgo, en 1899. Le agregó espectacularidad e incorporó el gran pas de deux, con música de Rodrigo. Poema de Lord ByronLa historia es una intriga de piratas y doncellas cautivas en un harén, que incluye un naufragio de lo más efectista. Basado en un poema de Lord Byron, narra la peripecia de Medora, una hermosa joven griega que es vendida como esclava a los otomanos. El pirata Conrad la rescatará de forma espectacular y se convertirán en amantes. Pese a que durante el siglo XX se fue dejando de representar de forma integral, sobrevivió el paso a dos, verdadera cima de virtuosismo interpretativo. Parejas como Margot Fonteyn y Nureyev lo bailaron con frecuencia. Volver a verlo en su totalidad, en manos del Mariinsky, constituye una oportunidad única de acercamiento a una obra histórica monumental.